domingo, 26 de junio de 2011

RUTA40!!!! LEER!! POR FAVOR DAR A CONOCER!!!

RUTA40!!!! LEER Y NO ELIMINAR!! POR FAVOR REENVIAR!!!
  Problema conocido y no solucionado!!!!!!!

Soy de El Maitén, Chubut, Patagonia Argentina. ¿Por qué digo esto? 
Lo que voy a contarles pasa ahí, exactamente en El Maitén.Se ubica en la comarca andina, zona que comparte con El Hoyo, Epuyen, Lago Puelo, Cholila, El Bolsón entre otros... a unos 200 Km de Bariloche, es un sitio hermoso atravesado por el rio Chubut... 

De montañas, 



                       nieve, y en su momento de cenizas 
                
            Con mi amigo salimos en la bici por la  RUTA  Nº 40  nos encontramos con esto: 

 

Pensamos que podíamos hacer, luego de acordarnos de toda la flia. Benetton.




Se nos ocurrió "escalar" una montaña pero.... 



Otra vez los condenados alambres -.- 

Decidimos seguir, "pasar" los alambres

Seguimos en la bici como 5 Km , pero....el alambre seguía.




Conclusión...
 
No fue fácil pero logramos fotografiar lo más posible las injusticias, un arroyo y el río también están alambrados, eso es ILEGAL! 

"...Art. 2340 del Código Civil incluye entre los bienes del dominio público "los ríos y lagos navegables y sus lechos", mientras que el art. 2639 establece que "Los propietarios limítrofes con los ríos o con canales que sirven a la comunicación por agua
están obligados a dejar una calle o camino público de 35 metros hasta la orilla del río, o del canal, sin ninguna indemnización. Los propietarios ribereños no pueden hacer en ese espacio ninguna construcción ni reparar las antiguas que existen, ni deteriorar el terreno en manera alguna". "Aún cuando la modificación del art. 2340 durante un gobierno de facto, en 1968, hizo desaparecer las márgenes del texto, ni en la ley 17711 ni en ninguna posterior dice que las márgenes pasan a ser del dominio privado. Y el Art. 2577 dice que "no constituyen aluvión las arenas o fango, que se encuentren comprendidas en los límites del lecho del río determinado por la línea a que llegan las más altas aguas en su estado normal." Es decir, que las tierras bañadas por las aguas de las máximas crecidas no pertenecen al ribereño sino que son del dominio público.


Esta foto es el arroyo pero les ASEGURO que en muchas partes no se puede acceder al río... 

Con esto tratamos de demostrar como nos están arrebatando "bienes de dominio público".
Esperamos que los mas grandes hagan respetar los derechos y protejan nuestros bienes; nosotros empezamos haciendo conocer y circular esto feo que está pasando en nuestra provincia de Chubut.

sábado, 18 de junio de 2011

Y ESTE VIDEO ES PARA QUE NO SE QUEJEN QUE EN CÓRDOBA VIAJAMOS APRETADOS O NOS EMPUJAN....ESO SI CON GUANTES BLANCOS....

ACÁ ESTÁ PARA QUE VEAN EL LUJO DE ESTE TREN....DECCAN ODISSEY

EL TREN MAS LUJOSO DEL MUNDO

TIENE SAUNA, GIMNASIO... Y CADA HABITACION POSEE SU PROPIO MAYORDOMO


Viajar al corazón de la India, a traves de la tierra de los valientes Marathas, retroceder en el tiempo y comenzar un emocionante viaje a traves de hermosos paisajes, con un tren de lujo llamado Deccan Odyssey. Este suntuoso palacio sobre railes posee veinte vagones de puro lujo, salones, biblioteca, dos bares y hasta tres restaurantes.

Inagurado en el año 2003, se ha convertido en uno de los trenes más lujosos

Se ha convertido en uno de los trenes más “extravagantes” y lujosos del mundo. Sus amplios alojamientos, poseen baños completos. Cada habitación dispone de su propio mayordomo, basta con pulsar un botón para ser atendido rápidamente.

Toda esta fantasía comienza en la majestuosa estación Victoria, en el centro de Bombay, durante la semana que dura el recorrido, los viajeros son tratados como auténticos sultanes, los alocados camareros realizan peripecias con el tren en marcha, demostrando a los turistas su gran habilidad sobre railes. Una parafernalia circense que aun hace más curioso este tren de lujo y encanto.

El viaje recorre las grandes fortalezas y palacios de los Marathas, patrimonios históricos como Ajanta, Ellora y Aurangabad, ciudades que poseen una gran historia de la siempre desconocida y fascinante India. Un paseo que cruzando las hermosas playas de Goa y Maharasthra, hará retroceder en el tiempo al afortunado que se pueda pemitirse este gran sueño lujoso.

Las paredes de caoba, las lámparas de bronce, todo tapizado de azul y plata, sauna, gimnasio, sala de ordenadores conectados via satélite, un sinfín de lujurias, nada comparables a lo que se puede ver a traves de las ventanillas. La India rural, la de los carros de bueyes, la de leñadores cogiendo troncos con sus elefantes, la de los niños uniformados que van a la escuela, la de misteriosos templos hindúes y majestuosas mezquítas. Todo un sueño, Deccan Odyssey, el tren de la extravagancia.

Los precios son:

Individual $ 415 540 dólares EE.UU.

Ocupación Doble EE.UU. 320 dólares

Ocupación triple EE.UU. $ 260 320 dólares.

Suite Presidencial
Individual EE.UU. 750 dólares EE.UU.

Ocupación Doble $ 550 700 dólares EE.UU.

Suite Presidencial-Extra Ocupación 240 dólares EE.UU.


¡Y todo esto solo por dia!

sábado, 28 de mayo de 2011

PIENSEN QUE EN LOS MÁS VARIADOS MEDIOS DE TRANSPORTE UNO PUEDE HACER UN VIAJE DE ESTE TIPO

A DISPOSICIÓN DE USTEDES LA BIBLIOTECA DIGITAL DE LA UNESCO

LA NOTICIA DEL LANZAMIENTO EN INTERNET DE LA WDL... LA BIBLIOTECA DIGITAL MUNDIAL. ¡QUE REGALAZO DE LA UNESCO PARA LA HUMANIDAD ENTERA! Especialmente para estudiantes 

¡¡¡ Ya está disponible en Internet, a través del sitio... !!!

Las Flores de ciruela  

   http://www.wdl.org/es/

Es una noticia QUE NO SÓLO VALE LA PENA REENVIAR SINO QUE ES UN DEBER ÉTICO, ¡HACERLO!

Reúne mapas, textos, fotos, grabaciones y películas de todos los tiempos y explica en siete idiomas las joyas y reliquias culturales de todas las bibliotecas del planeta.

Tiene, sobre todo, carácter patrimonial, anticipó ayer a LA NACIÓN Abdelaziz Abid , coordinador del proyecto impulsado por la UNESCO y otras 32 instituciones.
La BDM no ofrecerá documentos corrientes, sino "con valor de patrimonio, que permitirán apreciar y conocer mejor las culturas del mundo en idiomas diferentes: árabe, chino, inglés, francés, ruso, español y portugués. Pero hay documentos en línea en más de 50 idiomas".
Entre los documentos más antiguos hay algunos códices precolombinos, gracias a la contribución de México, y los primeros mapas de América, dibujados por Diego Gutiérrez para el rey de España en 1562", explicó Abid.

Los tesoros incluyen el Hyakumanto darani , un documento en japonés publicado en el año 764 y considerado el primer texto impreso de historia; un relato de los aztecas que constituye la primera mención del Niño Jesús en el Nuevo Mundo; trabajos de científicos árabes desvelando el misterio del álgebra; huesos utilizados como oráculos y estelas chinas; la Biblia de Gutenberg; antiguas fotos latinoamericanas de la Biblioteca Nacional de Brasil.
Fácil de navegar, cada joya de la cultura universal aparece acompañada de una breve explicación de su contenido y su significado.

Los documentos fueron escaneados e incorporados en su idioma original, pero las explicaciones aparecen en siete lenguas, entre ellas EL ESPAÑOL
La biblioteca comienza con unos 1 200 documentos, pero ha sido pensada para recibir un número ilimitado de textos, grabados, mapas, fotografías e ilustraciones. 

Cómo se accede al sitio global:
Aunque será presentado oficialmente hoy en la sede de la UNESCO, en París, la Biblioteca Digital Mundial ya está disponible en Internet, a través del sitio 
www.wdl.org .

El acceso es gratuito y los usuarios pueden ingresar directamente por la Web, sin necesidad de registrarse.

Cuando uno hace clic sobre la dirección www.wdl.org , tiene la sensación de tocar con las manos la historia universal del conocimiento. Permite al internauta orientar su búsqueda por épocas, zonas geográficas, tipo de documento e institución. El sistema propone las explicaciones en siete idiomas (árabe, chino, inglés, francés, ruso, español y portugués). Los documentos, por su parte, han sido escaneados en su lengua original.

De ese modo, es posible, por ejemplo, estudiar en detalle el Evangelio de San Mateo traducido en aleutiano por el misionero ruso Ioann Veniamiov, en 1840..
Con un simple clic, se pueden pasar las páginas de un libro, acercar o alejar los textos y moverlos en todos los sentidos.
La excelente definición de las imágenes permite una lectura cómoda y minuciosa.

Entre las joyas que contiene por el momento la BDM está la Declaración de Independencia de Estados Unidos, así como las Constituciones de numerosos países; un texto japonés del siglo XVI considerado la primera impresión de la historia; el diario de un estudioso veneciano que acompañó a Fernando de Magallanes en su viaje alrededor del mundo; el original de las "Fabulas" de Lafontaine, el primer libro publicado en Filipinas en español y tagalog, la Biblia de Gutemberg, y una pinturas rupestres africanas que datan de 8.000 A .C.

Dos regiones del mundo están particularmente bien representadas:

América Latina y Medio Oriente.

Eso se debe a la activa participación de la Biblioteca Nacional de Brasil, la biblioteca Alejandrina de Egipto y la Universidad Rey Abdullah de Arabia Saudita.
La estructura de la BDM fue calcada del proyecto de digitalización la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, que comenzó en 1991 y actualmente contiene 11 millones de documentos en línea.

Sus responsables afirman que la BDM está sobre todo destinada a investigadores, maestros y alumnos.
Pero la importancia que reviste ese sitio va mucho más allá de la incitación al estudio de las nuevas generaciones que viven en un mundo audiovisual.

Este proyecto tampoco es un simple compendio de historia en línea: es la posibilidad de acceder, íntimamente y sin límite de tiempo, al ejemplar invalorable, inabordable, único, que cada uno alguna vez soñó con conocer.

¡¡¡ Espero que sea para todos ustedes el mejor regalo de este año y empiecen a utilizarla !!!
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martes, 17 de mayo de 2011

SUBTERRANEOS

VIAJE AL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS
Por Rosario Belgrano Rawson


T
ras aquellas imágenes de la tele que mostraban las pilas de pasajeros gaseados en los andenes del subte de Tokio, el magullado orgullo de los nipones demorará en recuperarse. Considerado el mejor transporte público del mundo, son pocos, empero, los occidentales que se atreven a zambullirse en las diez líneas subterráneas que transportan a cinco millones de pasajeros por día.
Ni los horarios cumplidos a rajatabla ni la proverbial velocidad de sus convoyes induce a los forasteros a imitar a los sufridos nipones que durante las horas pico son prensados a empujones por guardas de guante blanco. El panorama no cambiará en los próximos meses: los usuarios con barbijos o máscaras antigás junto con las patrullas de seguridad son moneda corriente. Mientras, el grueso de los turistas está condenado a no descifrar jamás los carteles indicadores, aún cuando están traducidos al inglés.
Pero la vida continúa en el seno de la monumental telaraña inaugurada en 1927, bastante tardíamente si se considera que Buenos Aires estrenó su línea A en 1905 y que los londinenses ya, llevan 105 años internándose por el subsuelo arcilloso junto al Támesis. El primer vagón del subte londinense carecía de ventanas y se lo conocía como “la celda” ¿para qué ponerle ventanas si no hay nada interesante para ver?, reflexionaron los constructores con impecable lógica.

TRENES RIGUROSAMENTE VIGILADOS

E
l famoso "Tube" londinense, de 435 kilómetros, también conoció el pánico durante los atentados del Ejército Revolucionario Irlandés. Entre otras medidas, se retiraron de todas las estaciones los papeleros donde podrían hallarse artefactos explosivos. Aún hoy el público soporta con estoicismo los simulacros de alarma que habitualmente interrumpen el servicio para practicar una evacuación ordenada.
Durante la Segunda Guerra Mundial los londinenses se acostumbraron a permanecer largas horas dentro del subte para protegerse de los bombardeos del Tercer Reich. Tendidos en los andenes pasaban la noche, cocinaban y hasta hacían el amor sobre los colchones a la vista de todos, según 1o consignó el periodista norteamericano Sefton Delmer, desacralizando aquellas jornadas.
Esa imagen apocalíptica fue evocada el año pasado cuando se celebró el 50 aniversario de la caída de Alemania. El público fue invitado a revivir aquellas experiencias en el improvisado bunker durante los raids aéreos de la Luftwaffe. Para ello se utilizaron las instalaciones de un ramal en desuso. Se distribuyeron treinta mil boletos especialmente impresos y varios actores dramatizaron el episodio.

EL PASO DEL TREN ARAÑA

P
ero a los usuarios del "Tube" la nostalgia también los lleva a recordar que el servicio ya no es lo que era. Transporta un setenta por ciento más de pasajeros que hace una década y tras el ajuste thatcheriano los graffitis cubren paredes y vagones, hay escasez de asientos y hasta de baños. A pesar de todo, el "Tube" acaba de ser distinguido como el más seguro del mundo, con una de las tasas de criminalidad más bajas. Para los extranjeros viajar a través de sus 264 estaciones sigue siendo una experiencia romántica. Allí convergen mujeres con el rostro tapado por el chador, ejecutivas de paso altivo rumbo al aeropuerto de Heathrow (sólo en helicóptero se podría llegar más rápido), skinheads, y los "commuters" que viajan a diario de la periferia a sus trabajos. Estos antecedentes han alentado un impensado negocio: el remate al mejor postor del derecho a rebautizar las estaciones más famosas. Se espera que auspiciantes como Harrods o Marks & Spencer se decidan a darles su nombre a paradas como South Kensington o Knightsbridge.
Aunque las combinaciones son infinitas y la venta de los boletos magnéticos elimina las colas, no pueden evitarse las comparaciones con el Metro de París. Allí los pasajes son subsidiados por el estado y no es raro que el primer ministro se presente de sorpresa para inspeccionar el servicio.
El Metro de París, hoy también jaqueado por el terrorismo y las huelgas, ofrece un servicio sin guarda para llegar a Orly desde el centro en apenas treinta minutos. Al igual que los aviones, el "Orlyval" dispone de piloto automático. Todo está automatizado: cierre, apertura de puertas y arranque. También fue el primer servicio subterráneo que utilizó coches con ruedas de goma.
Durante la ocupación nazi se utilizaron las estaciones subterráneas como fábrica de repuestos aeronáuticos. En la famosa parada de Porte des Lilas los alemanes retiraron las vías e instalaron sus maquinarias sobre las plataformas. Además obligaron a los judíos a viajar sólo en el último vagón, al que llamaban la "sinagoga".
Igual que sus vecinos londinenses, los parisinos se resguardaban en el subte para evitar las bombas. Las catacumbas del Metro también sirvieron para encubrir las actividades de !a Resistencia y eran punto de encuentro de los "maquis'.



LA LEYENDA NEGRA DEL SUBWAY

C
ualquier cinéfilo recuerda todavía aquella mitológica persecución dentro del subte de Manhattan que mostró la película Contacto en Francia. Para entonces el metro neoyorquino ya estaba convetido en la cuna indiscutible de los graffiti y albergue no tan transitorio de los homeless. Funciona las veinticuatro horas y forma parte de la leyenda negra de la ciudad violenta.
La verdad es que es tan sucio como eficaz y que puede tomárselo con relativa tranquilidad, aunque conviene evitarlo a la madrugada en barrios alejados y peligrosos y viajar siempre en el vagón del guarda. Lo que no resulta tan fácil es terminar en el lugar elegido como destino. No por los pandilleros, sino a causa del complicado sistema que hace pasar distintas líneas por el mismo andén. Como los expresos no paran en todas las estaciones, un pasajero distraído que pretendía dirigirse a Wall Street puede verse de pronto en el corazón de Queens.
Si quiere turismo aventura, baje al subte de Manhattan. En la profundidad de los túneles conviven drogadictos y homeless. Salen, delinquen y vuelven al refugio. "Mi esposa me despide cada mañana como si yo fuera un piloto de pruebas", dice uno de los obreros que trabaja en mantenimiento. En la zona de las estaciones corre la droga y se vive bajo estado de sitio. Lo único bueno es la excelente música que suelen ofrecer los "buscas".
"A1 principio me deprimía -dice un quiosquero-. Cuando parte el tren y esto queda vacío, no hay lugar más desolado en el mundo." Pero al boletero Harry Kaufman su trabajo le resultó fatal: nadie intervino cuando dos hombres armados rociaron con un líquido inflamable la ventanilla, en la estación Kingston-Throop. Tal como sucede en una escena del film Money Train, la cabina de madera se transformó en una antorcha con Kaufman adentro; Money Train es una película ambientada precisamente en el subterráneo de Nueva York.
Al otro lado del país, Los Angeles se precia de contar con más autos que casas. En realidad, es un récord que comparte con otro menos vistoso: e! transporte público no existe, lo que cedió paso al smog. Pero a partir de 1991, con la inauguración de una línea de premetro a la que seguirá una red subterránea hacia los cuatro puntos cardinales, la prolongada luna de miel de sus habitantes con el automóvil se ve amenazada. Los flamantes y costosos convoyes (un millón de dólares por coche) a prueba de vándalos, circulan desde el centro hasta Long Beach, al sur. El tramo es el primero de una red que se extendería unos 280 kilómetros al finalizar la década, una apuesta fuerte para una zona de terremotos.
La línea Azul atraviesa distritos como el de Watts, escenario de tumultuosos saqueos, pero los vidrios de las ventanillas a prueba de "misilazos' y el patrullaje de los coches hacen que los pasajeros se sientan a salvo.

CONQUISTA PROLETARIA

A
diferencia del metro parisino, donde subsisten la primera y la segunda clase, el subterráneo de Moscú cuenta con una proletaria tarifa única desde que los bolcheviques confiaron su construcción al ingeniero londinense que completó la línea de Picadilly Circus. Trabajaron 75.000 obreros, entre los que abundaban las mujeres.

LOS TRENES DEL FUTURO

FUTURO SOBRE RIELES

I
rán a cientos de kilómetros por hora, suspendidos en el aire: son los trenes de levitación magnética – maglev-. Pronto volarán por todo el mundo. Un conjunto de poderosos electroimanes –distribuidos en las vías y en la base de los convoyes- los mantienen en el aire y los hacen moverse. Los actuales trenes de alta velocidad, en cambio, mantienen la misma tecnología de los tradicionales: ruedas de acero sobre los rieles de acero. Y aunque los futuros adelantos en aerodinamia y en el desarrollo de motores eléctricos prometen acercarse a los trescientos cincuenta kilómetros por hora, el techo está bastante cerca.
La levitación magnética promete velocidades mayores. Si bien la idea es vieja –la propuso hace más de seis décadas el alemán Hermamm Kemper-, recién hace treinta años los ingenieros alemanes y japoneses se abocaron al diseño de los primeros trenes magnéticos. Los maglev se desplazan impulsados por sucesivos campos magnéticos que cambian su polaridad y, al rechazarlo, lo empuja aún más adelante.
Este sistema permite alcanzar una velocidad de quinientos kilómetros en condiciones normales. Pero si el convoy corriera en el vacío –para eliminar fricciones y problemas aerodinámicos- rozaría los dos mil kilómetros por hora.
Sin llegar a estos extremos fantasiosos, varios grupos están dando los toques finales a los maglev que pronto correrán por el mundo. Tienen enfoques levemente diferentes. Los nipones, por ejemplo, optaron por colocar en el tren y en los rieles electroimanes con polaridades opuestas: al rechazarse mantienen el convoy en el aire. Sin embargo, esta levitación magnética recién funciona cuando la formación supera los cien kilómetros por hora: antes debe correr sobre ruedas.
Los alemanes, en cambio, diseñaron vías que abrazan la base de los coches –además, los hacen más seguros- y colocaron dos sistemas de electroimanes: unos para mantenerlos continuamente suspendidos y otro para moverlos. Así logran que el tren se mantenga en el aire aun cuando esté detenido, por lo que se puede usar en los servicios urbanos.
Por ahora los trenes magnéticos están en período de prueba: el primer prototipo japonés superó los quinientos kilómetros por hora, y el próximo empezará a correr en 1997 en dos circuitos experimentales. Se espera que esté listo para 2005, cuando deberá unir Tokio con Osaka en poco más de una hora. Si bien en 1984 los ingenieros germanos instalaron un transbordador de baja velocidad entre la terminal ferroviaria y el aeropuerto de Birmingham (Gran Bretaña) la experiencia europea de un maglev de alta velocidad empezará en 2005 entre Berlín y Hamburgo.
Sin embargo, para que los maglev finalmente se impongan los ingenieros todavía deben salvar algunos inconvenientes técnicos. Si bien gastan menos energía que los de alta velocidad tradicionales, sus electroimanes se recalientan con facilidad, por lo que se deben instalar importantes sistemas de refrigeración. La alternativa consiste en usar los nuevos –y carísimos- materiales superconductores que, al no ofrecer resistencia al paso de la electricidad, no generan calor y ahorran energía.
Los temblores y sacudidas que producen estos bólidos no son para desdeñar: los más veloces correrán dentro de tubos donde se haya practicado un vacío parcial. Por otro lado, mientras que los trenes con ruedas pueden seguir corriendo sobre los antiguos rieles, los maglev necesitan un tendido completamente nuevo. Pero sus ventajas son numerosas: además de significar un importante ahorro energético, resultan más rápidos y silenciosos, aceleran con más facilidad y pueden trepar laderas de montañas sin problemas.

LA RUTA PANAMERICANA

LA CARRERA MAS LARGA DEL MUNDO

La Ruta Panamericana apenas era un sueño marcado con lápiz en los mapas. Carlos Anesí y Pancho Borgonovo, pioneros del Automóvil Club Argentino, tuvieron la loca idea: “¿Y si unimos las tres Américas por tierra, para mostrar lo que pueden los pilotos y mecánicos argentinos...?”.
El proyecto entusiasmó a los directivos de la Ford y la Chevrolet norteamericanas, quienes ofrecieron un cero kilómetro para cada ganador. Pero en Europa había estallado la Segunda Guerra Mundial y los gobiernos latinoamericanos pensaban en cualquier cosa menos en tender rutas internacionales. Finalizada la contienda, Anesi y Borgonovo volvieron al ataque.
Finalmente el 22 de octubre de 1948, a las 22, largó el Gran Premio de la América del Sur, la carrera más larga y riesgosa en la historia del automovilismo mundial, no superaba siquiera por la actual París-Dakar.
Junto con los argentinos se inscribieron pilotos bolivianos, chilenos, peruanos, uruguayos y venezolanos.
La ida representaba 9.573 kilómetros en dirección Norte, haciendo camino en la Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela. La vuelta –un premio consuelo- era más corta: 5.187 kilómetros, de Lima a Buenos Aires, con estaciones en Perú, Chile y Bolivia.
La organización fue de lujo: un banco móvil acompañaba a los corredores para entregarles dinero para los gastos; una red de radioaficionados cubría la comunicación entre estaciones y hasta se había previsto un barco para cruzar el infranqueable Golfo de Guayaquil.
El camino era tan riesgoso e implicaba tanto esfuerzo que cada coche llevaba cinco ruedas completas de auxilio y prácticamente un motor de repuesto. En el pesaje, el más liviano pasaba las dos toneladas.



EN LA PUNA, CABEZA A CABEZA

C
erca de veinte mil personas despidieron en Buenos Aires a los intrépidos. La cantidad de vehículos y lo angosto del camino obligó a hacer –por primera vez- una salida escalonada.
Las máquinas salieron cada diez segundos. Número uno, el Chueco Fangio (Chevrolet), con el Aguilucho Oscar Gálvez (Ford) y Domingo Toscanito Marimón (Chevrolet) mordiéndole los talones.
El Aguilucho ganó el tirón hasta Salta –mil doscientos kilómetros, de noche-, a un promedio de 121,8 kilómetros por hora, con una ventaja sobre Toscanito de dos minutos veinticinco segundos.
Al coche de Fangio le pasó de todo: el Checo llegó a Salta con cuatro horas de demora. En la segunda etapa (Salta- La Quiaca) largó en 79º posición y, sin embargo, llegó cuarto, pasando a sesenta coches por el camino.
El Aguilucho siguió en punta hasta el tramo Villazón- Potosí, dejando a su hermano Juan la etapa Potosí- La Paz. Ya cerca de Lima, en territorio peruano, el Checo les cortó la racha. Fue una verdadera proeza que Fangio, después de romper dos palieres y perder una rueda trasera (sin contar los problemas anteriores) estuviera en la punta. Recuperaba el tiempo por la noche, “metiendo pata”.
Los intrépidos habían llegado a la mitad del recorrido. De los ciento treinta y ocho coches que habían salido de Buenos Aires, quedaban sesenta. ¿Llegaría alguno entero a Caracas?


RUIDO DE SABLES Y UN ACCIDENTE

E
l 28 de octubre, día de descanso y reparaciones en Lima, estalló una sublevación en Arequipa. Perú estaba al borde de la guerra civil y los pilotos recibieron la orden de partir antes de la medianoche, en las condiciones que estuvieran.
La oscuridad era total. Para sortear la manchaca (niebla de los Andes), Fangio había tenido la astucia de “chuparse” (colocarse detrás) a un piloto peruano que conocía el terreno. Así llegó a ubicarse cuarto –con Oscar Gálvez y Nato Gulle a la cabeza-, pero el “changüi” del balcarceño acabó cuando su lazarillo volcó después de atropellar un burro.
No obstante, Fangio alcanzó y superó a Gulle, cortando las curvas para crearle nubes de tierra. Su copiloto Daniel Urrutia, le pidió que jugara limpio. “Era típico de su calidad humana” recordó años después el Quíntuple.
Poco antes de Trujillo, en Ecuador, el Checo había ganado la punta. Decidió no detenerse y cargar combustible en Tumbes, la posta siguiente.
Pero al llegar al caserío de Huanchasco, en medio de la niebla, los faros del Chevrolet rebotaron contra las paredes encaladas y lo enceguecieron. Vino entonces una contracurva cerrada y Fangio volanteó instintivamente. El auto derrapó y comenzó a dar vueltas.
La peor parte la llevó el copiloto: “En aquellos tiempos, nadie pensaba en la seguridad –contó el Chueco-, pero mi hermano Toto había incorporado una especie de jaula antivuelco que usamos por primera vez y nos ayudó. La fatalidad fue que Daniel no había fijado los cinturones de seguridad: teníamos miedo de quedar atrapados en caso de incendio. Pero el coche volcó y él salió disparado. Se rompió la nuca; si no se mató en el acto, murió muy poco después...”
Oscar Gálvez que venía detrás, y Eusebio Marcilla, asistieron a los accidentados. Fangio contó que lo llevaron al hospital y que Marcilla –bien llamado el Caballero del Camino- quería quedarse allí. “Tuve que insistirle para que siguiera. No recuerdo más. Me pusieron una inyección y me quedé dormido.”

MARIMÓN, EL OTRO CABALLERO

L
os Gálvez, ya sin el espolón de Fangio en las ancas, se repartieron los parciales hasta Valera, Venezuela. Faltando 677 kilómetros hasta Caracas, tenían cuatro horas de diferencia con el tercero. Fue entonces cuando Juan, que había picado en punta, resbaló hasta una zanja.
Para ayudar al caído se detuvieron su hermano Oscar, Toscanito Marimón, Eusebio Marcilla y Víctor García, mendocino de General Alvear. Marimón dio la orden: ”Hasta que no lo saquemos a Juancito, de acá no se va nadie”. El grupo estaba forcejeando con la cupé Ford cuando García se acercó a Marimón, implorando: ”En mi pueblo están esperando que les dé una satisfacción. Dejáme ir Toscanito, te lo pido por favor”. La respuesta de Marimón ya es leyenda: ”Está bien García, ganála vos”. Así, Víctor García fue el piloto que pudo quebrar, en los últimos tramos del Gran Premio, la hegemonía de los Gálvez.
El remate de la carrera fue tan disparatado como el resto. Oscar Gálvez había sacado a su hermano de la zanja pero al costo de fisurar el cigüeñal. Diez kilómetros más adelante, al tocarlo un rezagado, rompió la punta del eje. El Aguilucho, sin amilanarse, pidió al Chevrolet 129, de René Pfister, que lo remolcara hasta la entrada de Caracas.
La cupé de Oscar Gálvez cruzó la línea de llegada, en la capital venezolana, empujada por el Buick de un particular. Como era de suponer, fue descalificada. Toscanito Marimón, que venía segundo, se alzó con el Gran Premio de la América del Sur: cien mil pesos que compartió con Fangio, su preparador.

EL TURNO DE LOS GÁLVEZ

L
a vuelta desde Lima fue un diálogo ininterrumpido entre Juan y Oscar Gálvez. Cuando el 11 de diciembre, la cupé colorada de Oscar entró en Buenos Aires, fue recibida con aplausos, flores y banderas.
De los ciento treinta y ocho coches que habían partido regresaban veintiséis. Entre los pilotos se contaron cuatro dolorosas bajas (Daniel Urrutia, Julián Elgue, Román y Héctor Suppici Sedes), pero los que volvían llevaban en sus espaldas catorce mil setecientos sesenta y cinco kilómetros del ignoto y maravilloso continente llamado América del Sur.

POSTAS Y CAMINOS

EN TORNO A LOS CAMINOS REALES Y DE POSTAS

D

esde el inicio mismo de la conquista y poblamiento hispánico en América, la ruta principal que transitaba el conquistador para comunicarse de una ciudad a otra, era conocida con la denominación de "camino real". Esta denominación en si, indudablemente no significaba que el monarca español dictara una disposición que dicho trazado llevara ese nombre. Esto seguramente lo hacia la realidad misma, que indicaba la traza y el rumbo que debía transitar el viajero. En esto radica tal denominación que se verifica en los primeros siglos de la conquista.
Recién a partir de mediados del siglo XVIII, el rey Carlos III de España dispuso mediante cédulas reales, la incorporación del sistema oficial de correos en América hispana. Existen antecedentes de que en 1748, en Buenos Aires ya estaba organizado un sistema de correos, del cual se considera como a uno de los fundadores a don Domingo de Basabilbaso. Dice Ramón de Castro Estense en su Historia de Correos y Telégrafos, lo siguiente: “Para compenetrarse de la organización del correo en el Río de la Plata, es necesario examinar las Ordenanzas de 1762 y 1794, que continúan la ruta brillante trazada por las Leyes de Indias. La importancia de estas reglamentaciones no estriba solamente en que a ellas se ajustó el correo colonial de nuestro país, sino que sirvió de base fundamental y marcó derroteros y orientaciones en la era independiente. La cita es completa por la importancia que tiene la misma para conocer mejor cuál fue el origen del sistema de postas y correos. Asimismo interesa transcribir el título de la Ordenanza de 1762 que dice: “Ordenanza que manda el Rey observar a los administradores oficiales, oficios de correos, visitadores, guarda de rentas, maestro de postas y postillones. En cuanto a la Ordenanza de 1794, suscrita por el rey Carlos IV, es una ampliación de la anterior, precisando más directamente cómo debía cumplirse el servicio de correo, postas y caminos.
Nadie como Concolorcorvo nos ha legado tan magnifica descripción de los primeros caminos reales o de postas en su célebre El Lazarillo de Ciegos Caminantes. Su notable capacidad de observación sirvió para describir aquellas primitivas huellas. Marcó la distancia que existía de una posta a otra, que por lo general era de unos 25 a 30 kilómetros. También detalló las formas en que se debía marchar. Aconsejaba que era mejor hacerlo con las primeras horas de sol o por la tarde y noche. Según la estación del año, así se evitaban los días muy calurosos o de extremo frío. Cuando se llegaba a una posta se acondicionaba el recambio de caballos, mientras tanto se preparaban los alimentos que por Io común eran provistos con lo que había en el lugar, como huevos de gallina, cabritos, corderos, carne seca y en algunos casos frutas de la estación o secas. Sigue diciendo Concolorcorvo en lo referente a las habitaciones que éstas eran en los primeros tiempos unos ranchos con techos de paja; existían también algunas postas en mejores condiciones. Quizás sea necesario tener en cuenta este detalle: las habitaciones destinadas para el servicio de postas eran una sala y un cuarto para descansar. Era común que estuvieran fuera de la casa principal del dueño de la posta, sobre todo cuando allí había una estancia. Su mobiliario consistía en pocos objetos, como una mesa, sillas, fogón y un catre o cama.
En cuanto al cargo de "maestro de postas", el mismo debía ser desempeñado por una persona con ciertos recursos, distinguida y representativa del lugar. Era necesario que supiera leer y escribir, ya que debía firmar los pasaportes del correo. Su nombramiento tenía que provenir del Cabildo o de otra autoridad competente. Gozaba de ciertos privilegios, como el no poder ser convocado para el servicio de milicias, y su profesión lo rodeaba de cierta consideración, especialmente en la época de la Independencia.
El maestro de postas era generalmente un hombre informado, ya que él recibía y enviaba noticias por medio de los viajeros. En una palabra, escuchaba, interrogaba y comunicaba a sus huéspedes sobre distintos sucesos. Su obligación principal era la de proveer caballos y tener permanentemente dos postillones. Don Ramón J. Cárcano en su Historia de los Medios de Comunicaciones y Transporte, expresa estos conceptos referentes al postillón: “Ordinariamente era un niño que sin reparar en el tiempo, cruzaba sin descanso, ni recelo las distancias desiertas. Era un fiel compañero de viaje, auxilio y apoyo en todo momento. Era la hermana de caridad del caminante. Regresaba de una jornada, y con frecuencia sucedía que apenas mudaba de caballos, tenía que emprender de nuevo el regreso. Marchaba a caballo toda la vida, sin pesares, ni cansancio, alegre y feliz, cantando los aires del lugar”.
Bella estampa de este humilde y anónimo servidor, que ha permanecido anónimo en la historia, salvo José Luis Basualdo, aquel niño de 12 años que hacía de postillón y que fuera sacrificado en Barranca Yaco en momentos de producirse el asesinato de Facundo Quiroga.
José V Ferreira Soaje en su bien documentada historia de cómo se desarrollaron los cruciales momentos de esta pavorosa tragedia, nos narra la muerte de este desgraciado postillón: “Entre los que van a ser sacrificados va un niño postillón, José Luis Basualdo, se ha incorporado al servicio del convoy en la parada de Ojo de Agua. Apenas ha cumplido doce años. Aterrorizado por lo que ve y no alcanza a entender, llora sin consuelo llamando a su mamita. El miliciano Benito Guzmán, vecino de Totoral Chico, conoce al niño y a su familia. Se empeña ante Santos Pérez en querer salvarle la vida. Es una pobre criatura inocente (...) El sargento Marcelo Figueroa lleva a la tierna víctima al sitio del holocausto. Su martirio sería la atroz ofrenda de la barbarie a la Patria en formación”.
Hechas estas referencias generales sobre los orígenes de los antiguos caminos reales, como también de las Ordenanzas que reglamentaron los medios de comunicaciones en los últimos años del periodo español, para continuar en la época independiente, daremos comienzo a la narración histórica de un tramo del antiguo "camino real", el que unía la ciudad de Córdoba con la provincia de Santiago del Estero. Precisamente este tramo es el que ha permanecido con mayor fuerza en la memoria y tradiciones de los habitantes del norte cordobés. Así mismo se hará una breve reseña del tramo del camino de Postas que unía Córdoba con Catamarca, también íntimamente ligado a nuestro norte.

La ruta de los Fundadores. Primitiva traza del Camino Real.
Siglo XVI

S
i bien es cierto que no nos ha llegado documentación fehaciente sobre el camino recorrido por los conquistadores al penetrar al actual territorio de la provincia de Córdoba, la mayoría de los investigadores aceptan la teoría sustentada por el afamado historiador Monseñor Pablo Cabrera. Según lo afirmado por éste, las huestes dirigidas por don Jerónimo Luis de Cabrera hicieron su entrada por Quillovil o Quilloamira, y se dirigieron por Guayascate, Chipitín, Guanusacate, Cavisacate, Sinsacate, Ministalaló, hasta llegar a las márgenes del río Suquía, donde fundara la ciudad de Córdoba el 6 de julio de 1573. La restante conjetura referente a la entrada de los hispanos a nuestro territorio provincial, corresponde al Ing. Aníbal Montes, quien sostiene que los conquistadores, desde Quillovil se dirigieron hacia el actual San Francisco del Chañar, con rumbo al valle de Toco-Toco (Cruz del Eje), y desde allí bajaron por el valle de Punilla hasta el mencionado río Suquía. Sin embargo, este último recorrido no habría sido posible por las dificultades orográficas que habría tenido que vencer el Fundador.

La traza más antigua

I
ndudablemente que una vez fundada la ciudad de Córdoba, fue necesario fijar una ruta que fuera conocida y se comunicara definitivamente con Santiago del Estero, desde donde habían partido los primeros expedicionarios. La referencia más antigua que se ha encontrado sobre ese camino es de 1576, o sea apenas tres años después de fundada Córdoba. Este antecedente está dado por un título de merced de tierras dado por el Teniente de Gobernador don Lorenzo Suárez de Figueroa a Pedro de Deza, cerca de la actual ciudad de Jesús María. El documento hace referencia a las tierras que están ubicadas sobre el río Guanusacate, “más abajo del camino real por donde pasan de presente los españoles y sus carretas”, aclarando que esas tierras no han sido labradas, ni cultivadas por los naturales del valle de Guanusacate. Por otra parte, con fecha 22 de marzo de 1576, el mismo Teniente de Gobernador Suárez de Figueroa hizo merced de varias chacras a los cofundadores Juan de Burgos, Tristán de Tejeda, Miguel de Mojica, Francisco López Correa, Juan de las Casas, entre otros, en la región denominada "Cavisacate", asiento actual de la Villa del Totoral.
Posteriormente, en oportunidad de otorgarse la merced de Chipitín en 1585 al escribano Juan Nieto, encontramos otra referencia concreta con respecto al camino real, ya que hace la siguiente mención: “Estas tierras tienen una legua al este y otra al oeste del arroyo que corre por el camino principal que va a Santiago del Estero”, aclarando que el mencionado camino pasa a las espaldas de las lomas que están cerca del arroyo de Chipitín.
En ese mismo año 1585, se concedió otra importante merced en uno de los parajes por donde pasaron los fundadores. Nos referimos a Guayascate, que fue concedida a Bartolomé Garcia Tirado, a quien se le encomendó los indios de esta comarca.
Antes de finalizar el siglo XVI, con fecha 20 de marzo de 1590 el gobernador Juan Ramírez de Velasco otorgó dos mercedes de tierras al capitán Francisco López Correa. Una fue en Cavisacate (Totoral) y la otra en Quillovil (Río Seco), las que se encontraban a 15 y 26 leguas del “camino a Santiago de Santiago del Estero”. Entre los fundamentos por los cuales López Correa solicitaba estas tierras, estaba el de establecer dos tambos para atender las necesidades de los viajeros o comerciantes que iban hacia Chile o hacia el Río de la Plata. Pasado cierto tiempo, el capitán López Correa transfirió las tierras de Cavisacate al General don Pedro Luis de Cabrera, y Quillovil por intermedio de su hijo Diego Correa de Lemos a distintos compradores, hasta que de lo que fuera el tambo o posta quedara como dueño Manuel Rodríguez de Torres. Las construcciones del tambo estaban en la banda sur del Río Seco.
Estos antecedentes los conocemos por un largo pleito entablado en torno al año 1688, por los descendientes de las familias de Pablo Martínez, Luis Piñero, Domingo Gómez y Antonio Alvarez de Astudillo, cuyas progenies se entrelazaron por vínculos matrimoniales. Estas familias fueron los primeros pobladores efectivos de la región llamada del Río Seco.
Continuando con nuestra relación sobre el primitivo "camino real", tenemos noticias por una visita del Gobernador Don Juan Alonso de Vera y Zárate, que su tránsito fue de Quillovil (Río Seco) a Guayascate (para ese entonces era dueño de la estancia Juan de Torreblanca), continuó por Cunisacate (Las Peñas), propiedad de Antonio Suárez Mejía, Diego de las Casas y doña María Osorio, para seguir hacia la hacienda del Totoral, perteneciente al General D. Pedro Luis de Cabrera, hasta llegar a Sinsacate, propiedad del capitán Miguel de Ardiles, y desde allí a Ministaló (cerca del actual Río Ceballos), donde residía Pablo de Acuña y Juan Ruiz de Castilblanco, y por último la ciudad de Córdoba.

Una semblanza de Guayascate

E
s de suponer que a mediados del siglo XVII, el antiguo camino real deje su traza por Guayascate, y pase a hacerlo por tres o cuatro kilómetros más al este, quizás buscando la parte más llana del terreno, ya que para esa época ya existía la estancia de Los Sauces, que pertenecía al capitán Juan Ferreyra. Por otra parte ya se había poblado la región con otras importantes estancias como eran las de Macha, San Antonio, Intihuasi, San Pedro y Caminiaga, que darán lugar a que el camino real al Alto Perú cambie su recorrido uniendo estas grandes estancias ubicadas al pie de la sierra.
En virtud de ello Guayascate quedará al margen del camino principal; sin embargo su importancia continuará, pues será por mucho tiempo una de las estancias más importante de toda la región. Su primer dueño fue Bartolomé Garcia Tirado. Posteriormente luego de fallecido Garcia Tirado, su esposa Da. Francisca Nuñez Barriga contrajo nuevas nupcias: con Juan de Torreblanca, acrecentándose el progreso de la hacienda. En torno a 1630 es propietario de Guayascate el capitán Juan de Olariaga, cuyo periodo fue el de mayor esplendor de la heredad, ya que contaba con magníficos sembradíos molino, ganado mayor y menor en asombrosa cantidad. Pero la obra imperecedera la constituirá la actitud del capitán Olariaga de donar par voluntad testamentaria todos sus bienes a los indios y criados para que ellos fueran sus dueños y vivieran en comunidad. En sus mandas testamentarias el benemérito capitán dejó establecidas normas de notable valor jurídico para aquella época, disponiendo la formación de lo que se conoció coma "la Comunidad de Olariaga", cuya organización administrativa perduró según las disposiciones del testador por dos siglos (1686-1898).
Para 1780, Guayascate perteneció a Don Bartolomé de Echegoyen, distinguido prohombre de su tiempo que desempeñó numerosos cargos. Como Juez Pedáneo realizó el Censo de 1778, y fue comisionado par el Marqués de Sobre Monte para organizar la fundación de las villas de Tulumba, San Francisco del Chañar y Villa de María del Río Seco.
En la actualidad Guayascate conserva el bello paisaje y el recuerdo de su gran esplendor. Quedan como testimonio las históricas ruinas de su antigua capilla erigida en honor a San Agustín, cuya célebre imagen fue venerada por los indios de Guayascate con acendrada devoción. Actualmente esta antiquísima imagen se encuentra en la capilla de Ntra. Señora. del Pilar en la localidad vecina de Churqui Cañada.

Distintas referencias, de viajeros e historiadores, sobre el llamado "Camino real o de postas".

L
a narración que hacen algunos viajeros es de mucho interés debido a que allí se detallan las principales características de los caminos, las distancias de una posta a otra, como también, en algunos casos, sus construcciones y calidad del servicio que prestaban, sean éstos en su buena atención o haciendo referencia a los diversos inconvenientes que debía soportar el viajero.

CONCOLORCORVO

E
l visitador D. Alonso Carrió de la Vandera (Concolorcorvo), en el capitulo IV de su afamada y fundamental obra El Lazarillo de Ciegos Caminantes, publicada a mediados del siglo XVIII, consigna:

Jurisdicción de Córdoba

Leguas
De la Esquina de la Guardia a
la Cabeza del Tigre ...........................7
AI Saladillo de Ruy Díaz. 5
A la Esquina del Castillo. 9
AI Fraile Muerto. 2
A la Esquina de Colman. 8
A la Esquina del Paso de Ferreira... 3
A Tío Pujio ............................................5

Leguas
A los Puestos de Ferreira. 3
A Ampira .................................................1
AI Río Segundo. 5
A Córdoba ..............................................9
A Sinsacate . 14
A La Dormida ........................................16
A Urahuerta ...........................................10
AI Cachi . 7
113”




Concolorcorvo deja aclarado que el camino de postas continúa de Sinsacate a las siguientes postas de San Antonio y San Pedro; sin embargo, él lo hace por La Dormida, por ser mejor camino, y además porque el recorrido San Antonio-San Pedro, que era el tramo oficial, era riesgoso, ya que "en aquellos sitios sólo había maestres de campo, sargentos mayores y capitanes, con cuyo pretexto se podían escusar [sic] a la maestría de postas”.
Por consiguiente, Concolorcorvo continuó de La Dormida hacia Las Peñas y Simbolar, para llegar a Tulumba y continuar por Los Sauces, rumbo al entonces fuerte de Río Seco.

RAMON DE CASTRO ESTEVES

R
amón de Castro Esteves, en su libro Historia de Correos y Telégrafos de la República Argentina, transcribe un cuadro de postas y distancias, tornado de la Guía de Forasteros --Carrera del Perú-. del cual reproducimos las postas que tienen relación con nuestro estudio:


La legendaria carreta

P
or ser el vehículo de transporte de mayor tradición que transitaron nuestros caminos reales o de postas, es de interés transcribir la descripción que hizo de la misma el jesuita Francisco de Miranda en 1772. Esta narración tiene el mérito de responder a una época en que este medio de transporte era el único servicio para el viajero. El Padre Miranda con notable capacidad de observación nos hace esta narración sobre lo que eran las carretas o carretones y cómo se viajaba por los caminos de aquellos tiempos. Narra un viaje entre Buenos Aires y Córdoba, expresando estos conceptos: la carreta sirve como una pequeña casa portátil, lleva un catre o cama, existiendo lugar para baúles, petacas y otros trastos necesarios para el viaje. Entre ellos, frasqueras para vino, ollas de cocina y otros elementos necesarios para comer y beber, menos carnes, que abundaban en la campaña, además en la boyada se llevaba reses para carnear.
La carreta estaba cubierta por todos los costados, con techo o toldilla, todo bien unido sin llevar ningún clavo de hierro. Por fuera la carreta estaba cubierta por cueros de toros para defenderla de la lluvia. Para subir o bajar se usaba una pequeña escalera de mano. El carretón no se diferencia de la carreta, sino que es de construcción más tosca y por dentro, en vez de tablas, tiene el armazón de palos y paja o "totora", dejándose un espacio para llevar leña y una botija de barro para el agua.
La carreta va tirada por dos o cuatro bueyes guiados por un peón o picador, el cual va sentado por fuera, llevando para gobernar a las bestias dos varas, una en la mano derecha, pesada y larga y otra vara más corta que se denomina picana, porque lleva un clavo de hierro en la punta. También se lleva otra vara llamada "picadilla", que sirve para dirigir los dos bueyes delanteros que están uncidos al yugo, cerca del pértigo y timón.
Hasta aquí la descripción de este tradicional medio de transporte, que fue un verdadero símbolo de los antiguos caminos.

Caroya

A
I fundarse la ciudad de Córdoba, don Jerónimo Luis de Cabrera otorga las primeras mercedes de tierras a varios de sus acompañantes, entre ellos a Bartolomé Jaimes. Éste recibe en 1574, por disposición del Teniente de Gobernador don Lorenzo Suárez de Figueroa las tierras conocidas con el nombre aborigen de Caroyapa o Caroya, como se las conoció definitivamente.
En el año 1616 son adquiridas por la Compañía de Jesús, que da comienzo a las edificaciones de la estancia. Sin embargo, años después la hacienda es transferida al Pbro. Ignacio Duarte Quirós, fundador del Real Colegio Convictorio de Nuestra Señora de Montserrat. Ya para 1687 las construcciones de la estancia son habilitadas para lugar de vacaciones de los estudiantes del Colegio Montserrat. Por consiguiente la antigua casona se transformó durante gran parte del año en una verdadera población estudiantil, donde los jóvenes alumnos gozaban del aire puro y de los frutales de las huertas, y al anochecer resultaban amenas las tertulias realizadas en el patio, bajo la suave música de las guitarras acompañadas de entonadas voces provincianas, según evoca un autor de la historia de Caroya.
Entre los numerosos y famosos estudiantes que pasaron por Caroya se puede mencionar a Gaspar Rodríguez de Francia, líder de la Independencia del Paraguay; al obispo Nicolás Videla del Pino, así como, en sus diferentes épocas, congresales de Tucumán, Nicolás Avellaneda, Joaquín V. González, y
tantos otros hombres ilustres que fueron notables en el campo de las letras, la magistratura, la jurisprudencia, el clero, etc.
En tiempos de la Revolución de Mayo, se vio la necesidad de instalar una fábrica de armas blancas en Córdoba. En virtud de ello se nombró al coronel Manuel Rivera, quien eligió la estancia de Caroya para tal fin y ésta se constituyó así en la primera fábrica de armas blancas de nuestro país.
Allí se construyeron sables y espadas famosos, entre ellos la espada que se obsequiara al Protector de los Pueblos Libres, don José Gervasio de Artigas. Producida la llegada masiva de los inmigrantes al País, el presidente Nicolás Avellaneda, dispone en 1786 subdividir la estancia para fundar una colonia de italianos de la región del Friuli. Llegados éstos a Córdoba fueron alojados por un tiempo en el histórico casco de la estancia.
En una breve reseña histórica de Caroya, Víctor Manuel Infante hace esta descripción actual del edificio: “El patio central de esta construcción colonial, conserva un bello y primitivo aljibe blanco, que da una nota de frescura como los anchos corredores con cuadradas columnas, a donde dan todas las habitaciones. El cancel de hierro martillado con filigranado dibujo habla de la dignidad de la antigua casa, que tiene al frente, galerías con balcones, una amplia escalera y jardín con rejas sobre el camino real de postas. Parte de la casa es de doble planta y cuenta con un, ahora, romántico mirador. A su alrededor pueden visitarse los molinos y los sitios para el templado de las hojas de los sables”.
Todo este conjunto integra el Museo Casa de Caroya, que depende de la Dirección de Patrimonio Cultural de la Provincia. A su vez es Monumento Histórico Nacional por decreto 90.732 de fecha 14-V-1941.
En lo referente al tema tratado en esta obra, la histórica estancia de Caroya estuvo desde sus orígenes a la vera del "camino real", que unía Córdoba con la virreinal ciudad de Lima. Numerosos viajeros de otras épocas nos han legado en sus recuerdos su paso por la antigua heredad.




























Sinsacate (o "Chinsacate")

E
sta histórica comarca fue lugar de parada de la expedición fundadora de Córdoba en 1573. Años más tarde sus tierras fueron entregadas en merced al capitán Miguel de Ardiles, uno de los cofundadores de Córdoba. A principios del siglo XVIII es dueño de la propiedad el maestre de campo don Alonso de Herrera y Velasco, y luego continuaron con la heredad sus descendientes, entre ellos, don Fernando de Herrera y Velasco.
La estancia en esos tiempos fue conocida con el nombre de "San Pablo de Sinsacate", según inventario realizado en torno al año 1720. Las construcciones principales de la hacienda constaban de las siguientes edificaciones: una sala, dos habitaciones con seis puertas, un corredor o galería sostenida con horcones de madera de quebracho y techos de paja; una bodega vieja, vasijas para recoger el mosto, más numerosas herramientas; una huerta con frutales y sus viñedos; un molino, una acequia y tajamar. Del oratorio se da una mayor descripción, haciéndose constar que está construido de media agua y techo de teja. En su interior existe un altar portátil usado, una imagen de bulto de San Pablo, otra imagen más pequeña de Nuestra Señora, un cáliz y vinajeras de plata, dos campanas de bronce, una más grande que la otra; ornamentos completos para celebrar la santa misa, tales como un misal con su atril, juego de casullas, albas y manteles.
Transcurrido un tiempo, la estancia de San Pablo de Sinsacate pasó por diversas dificultades, entre ellas de carácter económico ya que fue puesta en censo a favor del monasterio de Santa Catalina y del convento de San Francisco. De allí surgió un largo pleito judicial, donde pretendió ser parte la Compañía de Jesús, sin conseguirlo, quedando debidamente comprobado que la estancia de Sinsacate jamás perteneció a los jesuitas como equivocadamente se viene sosteniendo; inclusive la placa colocada por la Comisión Nacional de Monumentos, Museos y Lugares Históricos sigue apoyando este error.
Se llega así al año 1762 en que esta propiedad es adquirida por don Juan Jacinto de Figueroa por la suma de 8.000 pesos. Desde entonces Sinsacate perteneció por varias generaciones a la familia Figueroa.
A fines del siglo pasado parte de la propiedad fue transferida a don Nemesio González, de tradicional familia lugareña, dueña de la vecina posta de "Los Talas" (Sarmiento).


La posta de Sinsacate

A
I instalarse el servicio de postas a partir del año 1762, aproximadamente, Sinsacate cumplió desde ese entonces esta función hasta fines del siglo pasado, en que desaparecieron estos establecimientos con la llegada del ferrocarril. De su rico historial, se harán estas estampas de su pasado.
Por este lugar transitaron los más encumbrados personajes desde la época colonial hasta llegado el periodo independiente. La posta supo del paso de los ejércitos patriotas que marchaban al Alto Perú, y con ellos del entonces coronel José de San Martín, en oportunidad de marchar a hacerse cargo del Ejército del Norte que pasaba por momentos difíciles ante las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma. San Martín recibió en esta posta de Sinsacate, la ayuda de caballada por parte de don José Javier Díaz, dueño de la cercana estancia de Santa Catalina. Era maestro de postas para ese entonces don Manuel de Figueroa.
Un acontecimiento trascendente como fue el asesinato del general Juan Facundo Quiroga el 16 de febrero de 1835 en el paraje próximo conocido como Barranca Yaco (Agua de la Barranca), le ha dado renombre a esta posta.
En la antigua capilla de Sinsacate fueron velados los restos de Quiroga y de su secretario, doctor José Santos Ortiz antes de ser trasladados a la ciudad de Córdoba. En ese tiempo era dueño de Sinsacate don Pedro Luis Figueroa, quien a la vez se desempeñaba como juez pedáneo, siendo por lo tanto el funcionario judicial que intervino en primera instancia ante este trágico suceso.
Asimismo es conocida la estadía en Sinsacate, del general Juan Lavalle, en 1840, cuando iba en derrota, rumbo a su destino final y también trágico, como fue su muerte en la ciudad de Jujuy en octubre de 1841.
Finalmente en el año 1941 el edificio de la estancia de Sinsacate fue declarado Monumento Histórico Nacional mediante decreto Nº 90.732.
En 1946 las edificaciones fueron restauradas bajo la dirección del arquitecto Mario J. Buschiazzo. El edificio mantiene sus líneas originales; consta de una extensa galería a la que dan acceso varias habitaciones. La capilla también fue restaurada, y conservada su planta primitiva.
Los propósitos de la restauración eran que en la antigua posta funcionara una escuela regional y una biblioteca, y también un museo. Este último objetivo es el que actualmente se cumple, ya que es una realidad el hermoso museo rural que allí se ha instalado, en el cual pueden verse piezas como estribos, espuelas, frenos, elementos de artesanía criolla elaboradas en madera o cuero y armas antiguas; cuenta también con una sala destinada a la exposición de carruajes antiguos.
Como colofón de estas acotaciones sobre la histórica posta, quien ha dejado una magnífica evocación de esta región, es el Dr. Luis González Warcalde. Relaciona todas las antiguas estancias vecinas con Sinsacate, como lo fueron San Isidro, Jesús María, Caroya, Santa Catalina, La Paz, Ascochinga, entre otras. Todas fueron en su tiempo lugar de descanso y de reflexiones de hombres notorios de su época como Nicolás Avellaneda, Domingo Faustino Sarmiento, Ramón J. Cárcano, Carlos Pellegrini, Julio A. Roca, par sólo mencionar algunos.
Felizmente todas estas añejas estancias aún siguen manteniendo sus arraigadas tradiciones y esplendor, aunque la mayoría de ellas ya no pertenecen a los descendientes de sus primitivos dueños.

El paraje de Barranca Yaco

E
ste paraje está ubicado a pocos kilómetros de "Los Talas" (hoy Sarmiento) y de Sinsacate, sobre el antiguo camino de postas. Como ya lo hemos reiterado en capítulos precedentes, el lugar cobró triste renombre a raíz de haberse efectuado allí el asesinato del general Juan Facundo Quiroga, el legendario "Tigre de los Llanos". Nadie como Ramón J. Cárcano, en su conocido libro Juan Facundo Quiroga, ha descripto con tanta agudeza este despoblado lugar donde se desarrolló el horrendo crimen. Esa descripción tiene el mérito de haber sido realizada por el autor luego de haber transitado por este paraje en las últimas décadas del siglo pasado, y al cual se refiere de esta manera: “...Barranca Yaco, solitaria y sombría. La planicie repentinamente se abre en una ancha hondonada, donde en tiempo remoto seguramente corrieron las aguas. Ahora está cubierta de alto y viejo bosque de talas, algarrobos y espinillos, la flora peculiar de la región. El camino se estrecha por la vegetación invasora, y a la par sólo dos vehículos pueden cruzar con holgura. A los costados no penetra el sol. Unicamente reina la sombra de la espesura, el monte áspero y salvaje”.
Luego evocará así su tránsito por Barranca Yaco cuando era niño. Allí observó que la hondonada aún se encontraba cubierta de espeso bosque, encontrándose al costado del camino varias cruces, y que al pasar los viajeros descubrían sus cabezas, quitándose el sombrero en serial de respeto por los muertos sepultados allí, luego de los hechos donde perdiera la vida el Gral. Quiroga y sus acompañantes.
Hace tiempo Barranca Yaco ha sido marginada por el nuevo trazado de la ruta nacional Nº 9 (Panamericana), pero subsiste el antiguo tramo del camino real que une Jesús María-Sinsacate, con la localidad de Sarmiento. El paisaje ya no es el mismo, puesto que han sido talados sus bosques naturales, en tren de aprovechar sus tierras para sembradíos. Sin embargo aún permanece la sensación de aquel desgraciado suceso ocurrido el día 16 de febrero de 1835, la que se refleja en el relato patético de Cárcano, a quien seguimos: “A las 10 horas, el sol de febrero quema la tierra y palidecen los pajonales. Los árboles no mueven las hojas, y nubes pesadas y negras avanzan lentamente. Este día la lluvia va a refrescar los campos sedientos, pero allá nada puede contra el odio ardiente de los hombres”. Actualmente en el bosquecillo existente en el lugar donde ocurriera el funesto crimen, se ha erigido un pequeño monumento que recuerda a Juan Facundo Quiroga, junto a 9 cruces que evocan las que en su momento se colocaron sobre las tumbas de los que allí fueron enterrados.


























Las antiguas tierras del Totoral (Cavisacate)

E
l paraje de Cavisacate, como se lo conoció primitivamente en lengua aborigen, fue uno de los lugares de descanso o parada de don Jerónimo Luis de Cabrera y su comitiva en su marcha a fundar la ciudad de Córdoba. La región es de un excelente clima, de buenos pastos y aguadas, lo que hizo que el conquistador hispano se propusiera a poblarlas apenas fue fundada Córdoba.
Para 1576 don Lorenzo Suárez de Figueroa, que se desempeñaba como Teniente de Gobernador, otorgó varias parcelas de tierras para chacras a algunos de los acompañantes de Cabrera. Las parcelas fueron concedidas a Juan de Burgos, Pedro de Desa, Tristán de Tejeda, Miguel de Mojica, Juan de las Casas, Francisco López Correa, Juan Pérez, Blas de Perlada, Juan Gómez, Francisco Sánchez y Alonso Martínez.
Estas chacras fueron adjudicadas exclusivamente para sementeras, prohibiéndose la cría de ganados y la formación de estancias. AI no cumplirse por parte de los beneficiarios el compromiso de hacer sementeras, el gobernador del Tucumán Juan Ramírez de Velasco dio en merced, en 1590, todas estas tierras al capitán Francisco López Correa. Éste las había solicitado para construir “un tambo”, que no era otra cosa que un albergue para los viajeros. De esta suerte, Totoral y Quillovil (Río Seco), serian las dos primeras postas en nuestra provincia. López Correa manifiesta en su petición que era su intención la de “poblar el camino que va de esta ciudad (Santiago del Estero) a la ciudad de Córdoba y establecer en ese asiento un tambo y tener todo lo necesario para los caminantes, por ser, como es, camino tan frecuentado”.
Un año después, o sea para 1591, don Pedro Luis de Cabrera, uno de los hijos del fundador de Córdoba, adquiere todas estas tierras al capitán López Correa. El general Pedro Luis de Cabrera era una persona de gran prestigio y emprendimiento en esa época; allí formó la hacienda o estancia y obraje del Totoral. Desde entonces se constituyó uno de los más notables establecimientos. Construyó casas, capilla, chacras y corrales. Montó un obraje para telares, carpintería, herrería, como también huertas con numerosos frutales, como durazneros, tunales y membrillares, etc., y un molino para la molienda de sus cosechas de trigo y maíz.


La división de la gran heredad

A
la muerte de don Pedro Luis de Cabrera acaecida en el año 1637, la gran estancia de Totoral se divide en tres partes entre sus hijos: a) Don Juan de Cabrera y Zúñiga, hereda la estancia de San Esteban del Totoral o "Totoral Grande", con su "caserío", junto al molino, ubicado al oeste de la actual villa, y limitando a su vez por el oeste con el "camino real". b) Don Félix de Cabrera y Zúñiga heredó "El Totoral Chico" o "Chiquito" o "Totoralejo", o "San Antonio de la Buena Vista", cuyos linderos eran: “Desde el camino real antiguo de Santiago del Estero para la ciudad de Córdoba, c) "La Cuni" o "Curtiduria", ubicada hacia el oeste de Totoral Grande, es otorgada a doña Antonia de Cabrera, esposa del gobernador del Paraguay, don Cristóbal de Garay y Saavedra. Lindaba con la acequia del batán del Totoral, río arriba. Este sector correspondía a lo que pertenecía al obraje propiamente dicho.
Aún existen las antiguas construcciones como testimonio del histórico Totoral de los Cabrera. Estas son las valiosas edificaciones conocidas como la casa de "La Canchona", por doña Encarnación Moyano, descendiente de don Salvador Moyano, uno de los más calificados dueños de la añeja propiedad. Urge que los "totoralenses", propicien ante las autoridades municipales o provinciales su preservación como auténtico patrimonio histórico ya que allí reside el alma de la actual Villa del Totoral.
A fines del siglo XVIII, el Totoral Grande (actual Villa del Totoral), pasa a ser propiedad del Regidor don José Antonio de Allende, quien vuelve a darle notable impulso a la vieja estancia. Alrededor de 1776, fue maestro de postas en Totoral, don José Fermín de Allende y Moyano. Con el tiempo, al dividirse el antiguo Partido y Curato de Tulumba en dos secciones, se forma el actual Departamento Totoral en torno a 1860. De inmediato las autoridades provinciales se proponen fundar una nueva villa, la que se denominó "Villa General Mitre". Fueron comisionados para la formación de su traza y venta de solares los señores Belisario González, Salvador Moyano y Aurelio Crespo, caracterizados vecinos del lugar y descendientes de viejas familias asentadas en la región.
Villa General Mitre tuvo un rápido crecimiento poblacional, constituyéndose en una de las más importantes poblaciones del norte de Córdoba. Felizmente a partir del año 1974, la Villa se denomina oficialmente "Villa del Totoral", nombre que identificó siempre a los habitantes del lugar.

Posta de Macha

La antigua merced

L
os antecedentes de la merced de Macha se remontan a los últimos años del siglo XVI. Con fecha 27 de agosto de 1598 estas tierras fueron otorgadas por el gobernador del Tucumán don Pedro Mercado y Peñaloza al general Manuel de Fonseca y Contreras, quien a la vez había recibido una encomienda de indios en la región. La merced le fue concedida en virtud de los servicios prestados a la Corona por Fonseca y Contreras, agregándose otra razón muy valedera: el estar casado con una hija de los principales conquistadores y pobladores de Córdoba, como lo era doña Leonor Tejeda y Mirabal, hija del benemérito capitán Tristán de Tejeda.
Esta merced de tierras tuvo como centro uno de los cerros de mayor altura en las denominadas sierras de Macha, conocido con el nombre de "Nomboa", con una superficie determinada por tres leguas “hacia todos los vientos” más las sobras de tierras que pudieran corresponder. Por esta comarca corría un arroyo que en lengua de los naturales era designado como "Sichascón"; en cuanto a las tierras propiamente dichas, se las denominaba "Chupisacate", y toda la región recibía posiblemente el nombre de un cacique llamado "Macha", según la versión más conocida.

El monasterio de Santa Catalina y Macha. Donación de la merced (año 1613).

E
l general Fonseca Contreras residió en la ciudad de Córdoba con su esposa, Doña Leonor de Tejeda y Mirabal, de cuyo matrimonio no hubo descendencia. AI fallecer su esposo, doña Leonor se propuso erigir un monasterio para religiosas en esta ciudad, ya que no existía ninguno hasta ese entonces en todo lo que era la jurisdicción de la Gobernación del Tucumán y del Río de la Plata. Para ello hizo donación de todos sus bienes, entre los que se contaba la estancia de Macha, a fin de que con esta hacienda se lograra el sustento del monasterio a fundarse.
Bien merece transcribirse el encabezamiento de su acta de donación, ya que en su formalidad testimonia los nombres de las máximas autoridades eclesiásticas y civiles de su tiempo. Comienza así: “Córdoba de la Gobernación del Tucumán, a los veintiséis días del mes de junio de mil seiscientos trece, teniendo en la era y tiempo presente, la silla del Pontificado apostólico, nuestro mi Santo Padre Paulo V, de feliz recordación, cabeza universal de la Santa Iglesia Católica Romana, y siendo Rey de las Españas y Nuevo Mundo de los indios, la majestad del católico y cristianísimo Rey don Felipe de Austria, tercero de este nombre. El dignísimo obispo de este obispado, el Ilustrísimo y Reverendísimo Fray Fernando de Trejo y Sanabria, del Consejo de su Majestad y Gobernador y Capitán General de estas Provincias, el muy ilustre Caballero don Luis de Quiñones Osorio, de la Orden y Hábito de Alcántara, señor de la Casa de los Quiñones y de la Villa de Quintanilla, en el reino de León. Teniendo administración y amparo de justicia de esta ciudad al capitán D. Fernando de Toledo y Pimentel, lugar teniente de dicho gobernador y descendiente de los señores Duques de la Casa de Alba; yo doña Leonor de Tejeda, hija legítima de mis señores padres, el capitán Tristán de Tejeda y doña Leonor Mejía, viuda que soy del general Manuel Fonseca Contreras, hago donación de la estancia de MACHA, a doce leguas de esta ciudad, con todos mis ganados. Dicha estancia está a dos leguas del Totoral, colocándose la firma de doña Leonor de Tejeda ante el escribano y testigos correspondientes”.
A doña Leonor le cabe con justicia el insigne honor de ser considerada una de las primeras educadoras de Córdoba. Monseñor Cabrera nos ha dejado una magnífica estampa sobre la personalidad de la ilustre fundadora del monasterio. Ella supo trocar el velo de viuda por la blanca toca de las místicas desposadas, y las hijas adoptivas de los esposos Fonseca-Tejeda, prosiguieron siendo las hijas de adopción de la Madre Catalina de Sena. “El Ilmo. señor Trejo y Sanabria -nos dice Monseñor Pablo Cabrera-, bajo cuyos auspicios y suprema dirección habíase creado el convento en honor de la Virgen de Siena, dispuso, de acuerdo con la fundadora, incorporar a las funciones propias, nativas, canónicas, del Instituto, la tan delicada y tan profícua de la enseñanza, que debía ser impartida en un departamento especial y con la prudencia y el tacto recomendados por la Iglesia. De este modo, las monjas del convento de Santa Catalina de Sena, no iban a ocuparse tan sólo en la práctica de los consejos evangélicos, en rendir a Dios culto de alabanza y orar por los que no lo hacen nunca, según la conocida frase de Víctor Hugo, sino también el ministerio de la educación, que alguien ha apellidado, ministerio de los ángeles. “Desde este momento - prosigue Cabrera- la historia educacional de Córdoba en lo que atañe a la mujer, se confunde por más de una y media centuria con la de esa benemérita casa”.
Durante casi dos siglos, la estancia de Macha fue el sustento económico del Monasterio. En los primeros tiempos la hacienda fue administrada por un mayordomo. Ante diversas dificultades que se presentaban, las monjas catalinas, en 1672, resolvieron encomendar la realización de una mensura de las tierras de la estancia al agrimensor Ignacio de Loyola y Zavala y de este modo proceder a su arrendamiento. Uno de los arrendatarios fue don Juan de Figueroa y Mendoza, quien Io hizo durante cincuenta años. Por juicio sucesorio realizado en 1731, conocemos que el casco principal de la estancia se componía de varias edificaciones de piedra asentadas en barro, con techos de paja, con un molino hidráulico, una represa de media legua de largo, más chacras y sembradíos de trigo.
Las dificultades continuaron para las religiosas catalinas por el gran número de intrusos que había en sus tierras, por lo que resolvieron transferir la estancia a Gaspar del Corro en 1802.





Creación de la posta -1809-

A
partir de la creación oficial de los caminos de postas en esta región en torno a 1770, el establecimiento que correspondía a este tramo del camino hacia el Alto Perú -tal como se ha dicho en el capítulo anterior- era la posta de San Antonio a cargo del maestro de postas Manuel Márquez, a quien sucedió su hijo Marcelo Márquez. éste obtuvo su nombramiento en 1805; sin embargo, cuatro años más tarde, en 1809, Gaspar del Corro, dueño de la estancia de Macha (paraje vecino a San Antonio), logró que la posta fuera traslada allí, en virtud de lo cual Gaspar del Corro se desempeñó como maestro de postas por varios años.
A del Corro debe considerárselo uno de los más importantes dueños de la histórica merced de Macha y de los caracterizados vecinos que tuvo el norte de Córdoba. Otro de los cargos de mayor jerarquía que desempeñó don Gaspar fue el de Juez de Alzada del Partido de Tulumba, como también el de Comandante de la Frontera Norte en los tiempos de las luchas civiles. Participó activamente en la sublevación de Arequito y posteriormente sirvió a la causa unitaria al lado del general José M. Paz, cuya suerte siguió cuando éste cayó prisionero. La Villa de Tulumba le debe el ser fundador de la primera escuela oficial de primeras letras, y de haber reunido al pueblo para hacer jurar la declaración de nuestra independencia en 1816.
Caído definitivamente el gobierno del Gral. Paz, la estancia y posta de Macha se convirtió entre los años 1831-1833, en campamento militar de los regimientos de Dragones Confederados, cuyo comandante era el coronel Francisco Reynafé. Allí se preparó el cuerpo militar que aportaría la provincia de Córdoba en la Campaña del Desierto, integrando la columna del Centro a cargo del Gral. Ruiz de Huidobro, y que fuera la fuerza militar que sostuvo al gobierno de don José Vicente Reynafé durante la revolución que se gestó en Río Cuarto.
En 1835, como consecuencia del asesinato del general Juan Facundo Quiroga, la posta de Macha; a cargo por ese entonces del maestro de postas Marcelo Márquez, fue testigo del trágico acontecimiento que se produjo en Barranca Yaco, paraje cercano a la misma.
En los años 1840/41, durante el periodo mas agitado de las luchas civiles, la posta de Macha fue paso obligado de las tropas comandadas por los generales Lavalle y Lamadrid, que se dirigían al norte de nuestro país, perseguidas en derrota por las fuerzas de la Confederación Argentina al mando del general Manuel Oribe.
Poco tiempo después, luego del fallecimiento de Gaspar del Corro, la estancia de Macha sufre un gran desmembramiento de su superficie, ya que se transfirieron las regiones conocidas como "El Divisadero" y "La Ciénaga" a don Apolinario Avila y a su hermano Tolentino. En la actualidad parte de esas tierras forman la localidad de Avellaneda, población surgida a través de la estación del ferrocarril. Por otra parte, la estancia de Macha propiamente dicha, alrededor de 1860 pertenece al Dr. Filemón Posse y más tarde al Dr. Tomás Castellanos, los que levantaron el actual y magnifico edificio que sirve de casco a la estancia. Por suerte a un costado de este edificio se conservan las gloriosas ruinas de la antigua casa. Desgraciadamente, hoy los nuevos dueños de la estancia de Macha, quizás sin conocer su rico historial, le han cambiado su nombre por el de "Las Vertientes”. Por lo tanto debe considerarse como un deber histórico que el casco de la estancia vuelva a su primitivo nombre, pues es parte del patrimonio de nuestra provincia.

La posta "Ojo de Agua"

L
os antecedentes más antiguos que nos han llegado de esta comarca, pertenecen a los tiempos en que era su dueño Juan Amaro de Ocampo. Éste era propietario en I605, de Io que se consideraban como "sobras de tierras", vecinas a otras grandes mercedes, como eran, por el sur la merced de Macha, al sudeste Las Peñas y por el noroeste la merced de Intihuasi. El centro geográfico de esta posesión era el arroyo de Niza, en cuyas márgenes se construyó la estancia denominada "El Molino".
Para el año 1715, es dueña de la propiedad doña Francisca de Cabrera y Zúñiga, quien la heredó al fallecer su esposo, el capitán don Sancho de Paz y Figueroa. Para ese entonces doña Francisca la transfirió al maestre de campo don Gil Moyano Cornejo. Pocos años más tarde, en 1732, Moyano Cornejo vendió la estancia al capitán don Francisco de Peralta. En el documento de transferencia queda expresado este dato de interés para el presente trabajo: dice que los linderos son los siguientes: “Un mojón sobre el arroyo de Niza, que baja hasta el carril que pasa por San Antonio a Intihuasi”.
Hasta aquí los antecedentes más antiguos referentes a esta región.


Quiroga, y su última noche...

E
s de suponer que la posta "Ojo de Agua", nunca fue de las más importantes de la zona. Quizás el hecho que le ha dado mayor notoriedad en su historia, sea que allí pasó la última noche de su vida terrena el caudillo riojano Juan Facundo Quiroga.
La mayoría de los historiadores que han tratado el tema sobre el asesinato de Quiroga, mencionan esta posta o paraje como el lugar donde pernoctara el día 15 de febrero de 1835.
El maestro de postas en ese tiempo era don Marcos Bustos, que en alguna medida se vio envuelto en los prolegómenos de aquel desgraciado suceso.
El relato más difundido es el que hace Domingo Faustino Sarmiento en su conocida obra Facundo, sobre los acontecimientos en esta posta, aunque en un principio no cita testimonio alguno. En la edición de 1851, manifiesta el autor lo siguiente: “Tuve estos detalles del malogrado doctor Piñeiro, muerto en 1846, en Chile, pariente del doctor Ortiz y compañero de viaje de Quiroga desde Buenos Aires hasta Córdoba...”. El mérito que tiene lo manifestado por Sarmiento, es que fue escrito diez años después de la muerte de Quiroga, o sea en 1845, y en lo que respecta a esta parte de los hechos, en este tramo del camino de postas, resulta plenamente coherente.
Comienza la narración a esta altura del recorrido, expresando que antes de llegar a la posta "Ojo de Agua", un joven del lugar de apellido Sandivaras (tal vez deba decir "Usandivaras", ya que esta familia era vecina de Ischilín, población cercana), solicita la detención de la galera y pide hablar con el doctor Santos Ortiz. Esto debió ocurrir muy cerca del paraje "Los Chañares", ubicado entre la posta de Intihuasi y la de Ojo de Agua. Allí le hace "Sandivaras" un detallado informe al secretario de Quiroga, indicándole que en las cercanías del lugar llamado "Barranca Yaco", está apostado el capitán Santos Pérez, con una partida para matar a todos los que viajaban en la galera. Inclusive ofrece las posibilidades de que el Dr. Ortiz se fugara, ya que quería salvarlo, pues le debía favores anteriores.
En "Los Chañares", aún existe un robusto tala, donde, según la tradición de los vecinos, descansó Quiroga.
El resultado de la gestión de "Sandivaras" al enterarse el caudillo riojano, fue la orden de éste de seguir el viaje, manifestando: “No ha nacido todavía el hombre que ha de matar a Facundo Quiroga. A un grito mío, esa partida mañana se pondrá a mis órdenes y me servirá de escolta hasta Córdoba. Vaya usted, amigo, sin cuidado,
Según todas estas referencias, la comitiva llega en las últimas horas de la tarde, posiblemente ya de noche, del día 15 de febrero a la posta "Ojo de Agua", y deciden descansar allí. Sigue diciendo el autor de Facundo, que el Dr. Ortiz se encuentra muy temeroso, y solicita llamar aparte al maestro de postas don Marcos Bustos, y le pide encarecidamente en un acto de confianza, que le informe sobre la veracidad de las noticias que ha recibido momentos antes, y que otros detalles sabe acerca de los extraños avisos de los que ya tiene conocimiento. La respuesta fue fatídica por parte del maestro de postas, quien respondió: “Santos Pérez ha estado allí -dice Sarmiento-, con su partida de treinta hombres, una hora antes de su arribo; van todos armados de tercerola y sable; están ya apostados en el lugar designado (...) Esta confirmación de la noticia recibida de antemano no altera en nada la determinación de Quiroga, que después de tomar una taza con chocolate, según su costumbre, se duerme profundamente”.
La narración continúa con otros detalles ocurridos en esa sombría noche pasada en la posta, que culmina cuando nuevamente el Dr. Ortiz, en último y supremo esfuerzo, trata de convencer a Quiroga del inminente peligro que los acecha; pero todo es inútil, ya que Facundo, con gesto airado y autoritario, le hace entender que el mayor peligro en ese momento es desobedecer sus órdenes; y parte la galera rumbo a la tragedia pavorosa de Barranca Yaco.
Se ha seguido a Sarmiento en la narración que hace de la última noche que pasara Quiroga en la posta de Ojo de Agua, ya que haciendo un relevamiento de la región sobre la traza del camino de postas, resulta muy verosímil que Facundo en el territorio cordobés, a la altura de la posta de Intihuasi, haya pasado en las últimas horas de la tarde, dirigiéndose en dirección a "Los Chañares", donde actualmente sobre la ruta que une Tulumba con la población de Avellaneda, existe el tala mencionado anteriormente, y de allí bajó en dirección a la posta de Ojo de Agua, donde pernoctó. De esta posta partió al amanecer del día 16 de febrero, pasando por la posta siguiente, que es la de Macha, y continuando a la posta "Los Talas" (hoy Sarmiento), hasta llegar al bosque u hondonada conocida como "Barranca Yaco", alrededor de las 11.00 horas de ese trágico día 16 de febrero de 1835. Quiroga y su comitiva habían recorrido desde la posta de Ojo de Agua a Barranca Yaco unos 45 kilómetros.
Tomándose hace algún tiempo referencias sobre que antecedentes existen en el actual paraje de Ojo de Agua, el señor Abel Castillo, antiguo vecino del lugar, testimonia que a pocos metros de su propiedad aún se pueden observar los cimientos de las antiguas ruinas de lo que fuera la construcción de la posta; lo que fue plenamente verificado por los autores de este trabajo.



La histórica posta de Intihuasi -Encrucijada del antiguo camino real-

L
a región que corresponde al paraje de Intihuasi, antigua pedanía del mismo nombre, se encuentra geográficamente ubicada en las laderas que dan hacia el este del cerro Sauce Punco, extendiéndose en suaves ondulaciones en dirección norte-sur, por lo que puede considerarse a toda la región semimontañosa.
Nada sabemos de los primeros habitantes del periodo prehispano; pero si hemos de guiamos por la conocida clasificación de la población indígena en la provincia de Córdoba, Ésta correspondería a los indios sanavirones, y muy próximos a ellos, estarían los comechingones, cuyos asentamientos comienzan en el cordón montañoso de las Sierras Chicas, a pocos kilómetros de distancia. Otros estudios más recientes afirman como únicos habitantes del norte de Córdoba a estos últimos.
Su nombre toponímico, indudablemente pertenece al quichua: es un compuesto de "Inti" (o sea el Sol, elevado a la jerarquía de dios), y "Huasi" que significa casa; de donde se deduce que Intihuasi quiere decir "Casa del Sol". Quizás, estos primitivos pobladores, influenciados religiosamente por el culto solar de los incas, hayan tenido en alguno de los cerros más elevados de la comarca su centro religioso donde adoraban al sol.

La primitiva merced de tierras -año 1618-

E
sta antigua merced de tierras le fue adjudicada por el gobernador don Luis de Quiñones Osorio a Pedro Arballo de Bustamante, hijo de Jerónimo de Bustamante, uno de los fundadores de Córdoba. La merced fue otorgada con fecha 19 de abril de 1618. Las tierras eran conocidas en lengua de los naturales como "Gusunsacat", "Yasunsacat", "Cuncunsacat" o "Intihuasi". La merced limitaba: por el sur, con tierras de Macha; por el oeste, con la merced de Masayaco (hoy San Vicente), adjudicada al maestre de campo Juan de Perochena en 1698; por el norte, con la merced de San Pedro, cuyo dueño era el Gral. don Pedro Luis de Cabrera; por el este, su delimitación fue imprecisa, ya que a la más cercana era la merced de Chipitín, concedida en 1585 a Juan Nieto. El capitán Pedro Arballo de Bustamante tomó posesión oficialmente de estas tierras recién en el año 1627 por intermedio del comisionado Francisco Rodríguez de Ruesgas.
El dueño de esta merced fue un notable terrateniente de su tiempo, ya que además de ser propietario de Intihuasi, poseía otras extensas tierras en jurisdicción de esta provincia: le pertenecían las estancias de Calabalumba y San Marcos Sierra, las encomiendas de Quilpo, Lumín y Sulumí, más otra merced en la región de Macha (El Portezuelo). Había contraído matrimonio con doña Sabina de Soria, de cuyo matrimonio sumamente prolífico, nacieron quince hijos, cuyos descendientes se entrelazaron, por diversas alianzas matrimoniales, con las principales familias del Norte de Córdoba.
No se ha podido determinar la sucesión de Arballo de Bustamante, luego de su fallecimiento. Documentalmente conocemos que para 1716 es dueña de lntihuasi doña Catalina de Liendo, viuda del sargento mayor don Antonio Suárez de Cabrera Velasco, la cual manifiesta que es madre de doce hijos, encontrándose pobre e imposibilitada de pagar un censo de dos mil pesos que pesa sobre la estancia. En virtud de ello transfiere sus derechos al sargento mayor Francisco Quijano de Velasco.
En esa época la estancia de Intihuasi cuenta con edificaciones, corrales y una capilla.
Esta capilla era pequeña, como todas las de la campaña. Por las ruinas que aún se conservan a un costado del actual casco de la estancia, se puede apreciar que sus muros eran de adobe de gran espesor. Sus medidas responden a las construidas en la época: era de unos 15 metros de largo por 6 de ancho, con su frente o fachada hacia el este. Indudablemente la capilla fue construida alrededor del año 1715, ya que para esa fecha existe documentación que hace constar su existencia, bajo la advocación de la Inmaculada Concepción. Estaba habilitada para celebrar la santa misa y contaba con ornamentos y otros objetos valiosos como un cáliz y vinajeras de plata.
En el archivo de la antigua parroquia de Villa de Tulumba existen numerosas anotaciones de bautismos, defunciones y algunos casamientos. Por el padrón eclesiástico ordenado en 1795, conocemos que esta era una de las capillas donde se celebraban oficios religiosos en este extenso curatos.
u retina, la capilla de San Vicente de Masayaco, tan antigua como la de Intihuasi, tuvo más suerte ya que aún existe, observándose su blanca silueta a la distancia, tal como lo hacia notar el viajero alemán J. J. von Tschudi en 1858.

Intihuasi, encrucijada de caminos

U
na de las preguntas que deben responderse, es desde que fecha la estancia de Intihuasi comienza a funcionar como posta. Indudablemente Ésta comienza a ser oficialmente posta a partir de la fecha en que compra la propiedad don José Roque Carranza y Avila, en 1802, al monasterio de Santa Catalina, que tenia estas tierras bajo censo. Por consiguiente Carranza y Avila fue quien organizó el servicio de postas, y fue desde luego su primer maestro. Le sucedió su yerno D. Pedro José Novillo por varios años.
Prueba de que con anterioridad a esta fecha la estancia de Intihuasi no cumple la función de posta, es que Concolorcorvo en su conocida obra, menciona que las postas en esa región son Sinsacate, San Antonio y San Pedro, no conociéndose ningún otro documento que haga mención de la posta hasta la fecha indicada. Para 1853, fecha en que la familia Novillo transfiere Intihuasi a Manuel Ignacio Benítez, la posta ya se encuentra en franca decadencia. Quizás los últimos tiempos en que la estancia cumple esa función, sea hasta el año 1871. En ese año el Gobierno de la Provincia por intermedio del Departamento Topográfico nombra los parajes que serán sede de postas. Entre ellos, el recorrido de Córdoba a San Francisco del Chañar y cuyo itinerario es en este tramo: La Ciénaga, Intihuasi, Santa Cruz, Punta del Monte y San Pedro.
Con respecto a considerar al paraje de Intihuasi como una verdadera encrucijada de caminos, es debido a su posición geográfica. La topografía de la región hace que las rutas concurran a Io que fue el centro geográfico de la merced de Intihuasi, donde se encuentra el casco principal de la hacienda. Esto ocurre a causa de lo escabroso de una parte del terreno, ya que por el noroeste están las sierras de Sauce Punco, por lo que el recorrido del camino real es de sur a norte o viceversa, y existe una única entrada o salida por un "abra" o "portezuelo", que se encuentra al norte de Intihuasi; y lo mismo sucede para el caso de transitar hacia el oeste, ya que allí también existe un único paso a través de un desfiladero que corre entre los contrafuertes del cerro Sauce Punco, que comunica con el camino a Catamarca.
Por lo expuesto, puede afirmarse que Intihuasi fue un centro estratégico en las comunicaciones terrestres de la región. Hoy este paraje sigue siendo el mismo que transitaron desde los más encumbrados viajeros de los tiempos virreinales o los ejércitos patrios en el periodo independiente, hasta mediados del siglo pasado. El paisaje también sigue siendo el mismo que vieron los conquistadores; sólo los hombres y medios de transporte que hoy lo transitan por el cruce del camino asfaltado que une Tulumba, Deán Funes, San Pedro, han cambiado...

Algunos sucesos históricos

E
l último viaje que el general Juan Facundo Quiroga realizara, rumbo a la tragedia de Barranca Yaco en 1835, ha permitido que todos los historiadores que tratan el hecho, mencionen esta posta como uno de los tramos finales que recorriera en vida el célebre caudillo riojano. Sin embargo otro suceso anterior. relacionado con otro afamado caudillo, también es digno de mencionarse. Nos referimos a lo ocurrido con motivo de la muerte del "Supremo Entrerriano" Francisco Ramírez, en San Francisco Viejo (dpto. Sobremonte) el 10 de julio de 1821. a manos de las tropas comandadas por el coronel Francisco de Bedoya. En oportunidad de regresar parte de las tropas que participaron en la derrota de Ramírez, éstas pasaron por Intihuasi, donde provocaron una serie de desmanes, por lo cual Vicente Novillo y Pedro José Novillo (maestro de postas), ambos solicitaron la reparación de los daños al gobernador santafesino Estanislao López, ya que aducían que los vandálicos hechos los habían realizado las fuerzas que respondían a sus mandos.
Veamos otro suceso narrado por el general Gregorio Aráoz de Lamadrid en sus Memoria: “...Por esta causa no pude llegar a Intihuasi [sic] hasta pasadas las once de la noche, y con dos yugos de mis carretas, rotos. Mandé acampar mi tropa en orden como para dar batalla, coloqué yo mismo mis puestos avanzados, hice buscar dos carretas o yugos en las casas que estaban desiertas, y no se encontraron y retirándome a mi cuerpo, mandé llamar a mis dos bandas de música y repetí la retreta y canción de A la Lid para animar a mis soldados como en Jesús María. (...) Marchamos al siguiente día, sin que la escolta del general Lavalle me hubiera incomodado ya en la marcha pues había ido a dormir esa noche a la posta siguiente” (aunque Lamadrid no la nombra, sabemos que se refiere a la posta de Santa Cruz). Más adelante dice el general que Lavalle lo esperó en la posta de San Pedro.
Lamadrid narra este suceso ocurrido a mediados de 1841, cuando sus tropas y las del general Lavalle eran perseguidas por las fuerzas de la Confederación Argentina.

Villa de Tulumba

La virreinal Villa

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u población prehispánica corresponde a los indios sanavirones, de cuyos asentamientos existen numerosas huellas, como morteros, cananas y las famosas pictografías, entre las que se cuentan "La piedra pintada", paraje ubicado entre los ríos "Las Juntas" y "El Yosoro", y las del Cerro Colorado. Estas pictografías son numerosas, prevaleciendo los colores negro, rojo y blanco. Están representadas escenas de caza, de felinos, como el tigre y el puma, como también cóndores y otras aves, etc.
Las pictografías son un valioso legado cultural indígena que le han dado lama mundial a la región.

Los primeros tiempos

S
us comienzos datan de las primitivas mercedes de tierra que se dieron a los primeros pobladores de origen hispano en la región, a fines del siglo XVI. Para Tulumba interesa la merced de Chipitín, otorgada en 1585 al escribano Juan Nieto. A su fallecimiento lo heredó su esposa doña Estefanía de Castañeda.
Doña Estefanía volvió a contraer nupcias, con el escribano Alonso Nieto de Herrera, que por herencia se transformó en dueño de la merced de Chipitín, y también de la merced de Paravachasca (hoy Alta Gracia). Alonso Nieto de Herrera vendió las tierras de Chipitín y donó las de Alta Gracia a la Compañía de Jesús, el ingresar como religioso a dicha orden.
Por compra y por nuevas mercedes quedó como dueño de Chipitín, el Capitán García de Vera y Mujica. Lo heredaron sus hijos; uno de ellos, el capitán Francisco de Vera y Mujica transfirió sus derechos en 1654 a Pedro González, y éste, en 1664, los traspasó a Antonio de Ataide, quien toma posesión de las tierras en 1672. Ataide construyó su estancia y se convirtió así en el primer poblador de origen europeo que pobló el Valle de Tulumba.

La primitiva capilla

L
a primitiva capilla, se erigió bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario. Era pequeña como todas las capillas de la campaña. Con el tiempo, y de acuerdo con las necesidades religiosas, se fue ampliando, sus paredes de adobe se consolidaron con sillares de piedra, tal cual se observan en la actualidad sus antiguas y venerables ruinas. Nació así una notable devoción a Nuestra Señora del Rosario, lo que permitió que la población se fuera agrupando en torno a la capilla. En virtud de ello el Obispo de Córdoba del Tucumán don Pedro Miguel de Argandoña creó el Curato de Tulumba en 1749, separándolo de la Doctrina del Totoral, y designando como sede parroquial la capilla de Tulumba.

Un título real

A
fines del siglo XVIII el Gobernador Intendente de Córdoba Marqués de Sobre Monte, se propone agrupar en población a los vecinos dispersos de la campaña para que “puedan educarse y cumplir con sus deberes religiosos”. Entre estos proyectos está Tulumba. A fines del año 1796 Sobre Monte comisiona al juez pedáneo don Bartolomé de Echegoyen y al Cura Párroco, para que proyecten la erección de la villa. Se elaboró un plano, dándose comienzo a la traza del poblado y a la entrega de solares para los nuevos vecinos. Tras un largo trámite, se llega a la recepción de la real cédula suscrita el día 3 de octubre de 1803 por el rey Carlos IV de España, donde se concede al poblado el titulo de "villa", con la jurisdicción territorial del Partido o Curato (actuales departamentos Totoral y Tulumba), bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario. A ello se le agregaban los privilegios de nombrar sus propias autoridades del Cabildo o Ayuntamiento, con las facultades de crear su propio escudo de armas.
El antiguo Partido de Tulumba fue separado administrativamente y se formó el actual departamento Totoral a mediados del siglo pasado.

Tulumba y el camino real

O
ficialmente no se conoce que por la actual Villa pasara el camino real; sin embargo consta en numerosa documentación que al tramo de su entrada de sur a norte, pasando frente a la capilla, girando a pocos metros hacia el noroeste (actual "cuatro esquinas"), denominándose a todo este sector como "calle real".
Esto le da a la Villa la oportunidad de devolver con justicia, en el nombre de "Calle Real", su antigua e histórica denominación a este tramo de la arteria principal, que perteneciera a sus orígenes fundacionales.
Tampoco podemos considerar que haya tenido el carácter de posta; pero indudablemente era la población principal de todo el Norte.
Por consiguiente fue el centro económico, político y religioso más importante, lo que le permitía ser lugar obligado de transacciones comerciales, entre otros aspectos. En consecuencia, su emplazamiento era paso obligado de muchos viajeros, ya que de la Villa partían numerosos caminos llamados "de atajo" o sendas por donde se abrevian los caminos, y que unían o acortaban distancias entre las grandes estancias o parajes como "La Dormida", Guayascate, "Simbolar", Las Peñas, Macha o Totoral, formando una verdadera encrucijada de rutas en la región.

Tulumba, "Villa de interés histórico" -1980-

L
uego de haber sido la población más importante del Norte, por más de dos centurias, en la actualidad se encuentra en franca decadencia, como ocurre con todos los pueblos antiguos del interior. En 1980 el Superior Gobierno de Córdoba la ha declarado "Villa de interés provincial".
Sus fundamentos para tan importante designación fueron varios entre ellos: ser el único poblado existente en la Provincia que aún mantiene su antigua traza de origen colonial; conservar aún las ruinas de la primitiva capilla; ser depositaria en su templo mayor, hoy Santuario Mariano, del maravilloso tabernáculo que perteneciera a la Compañía de Jesús, antes de su expulsión en 1767 por orden del rey Carlos III; preservar el solar y la casona que perteneciera a la familia tulumbana de "los Reynafé", que se vieron envueltos en los trágicos sucesos de Barranca Yaco. Asimismo se ha dictaminado la conservación del estilo o características edilicias de las primitivas calles y de otras casonas, que le supieron dar una fisonomía propia, acorde a su pretérito esplendor.
Tulumba aún mantiene un arraigado espíritu tradicionalista y religioso, heredado de los mejores valores éticos de la hispanidad.
En 1o histórico, todos los años celebra como aniversario de su fundación el día en que se le otorgara el titulo real de Villa (3 de octubre), y en febrero homenajea al granadero José Márquez, caído gloriosamente en el Combate de San Lorenzo el 3 de ese mes del año. Estos actos son conocidos como "La Semana de Tulumba", cuyos festejos se realizan con un gran sentido cívico y cultural. En lo religioso, posee el magnífico templo, considerado con justicia "la catedral del Norte", cuya piedra basal colocara el santo obispo Fray Mamerto Esquiú en 1882, y que ha sido declarado Santuario Mariano bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario de Tulumba. Sus fiestas patronales se celebran en el primer domingo de octubre, y dan lugar a la reunión de una multitud de fieles devotos de la Santísima Virgen.
En el presente, Tulumba posee una moderna hostería y rutas asfaltadas que le permiten un fácil acceso. El turista o los tradicionales "veraneantes", pueden gozar de su excelente clima, con el halago de la belleza de su paisaje.




San Pedro

C
on el nombre del Príncipe de los Apóstoles, y quizás en homenaje al primer dueño de origen hispano, esta antigua comarca, hoy se la conoce como San Pedro Viejo, para distinguirla de la vecina Villa de San Pedro Norte. Su origen data de los primeros tiempos del poblamiento hispánico en el norte de Córdoba. Ésta fue una de las extensas mercedes de tierras que se otorgaron en aquellos tiempos. Le fue concedida a uno de los hijos del fundador de Córdoba, el Gral. don Pedro Luis de Cabrera, por el gobernador Francisco de Banaza y Cárdenas en la ciudad de Santiago del Estero el 4 de marzo de 1602. Limitaba por el sur con la merced de Intihuasi, del capitán Pedro Arballo de Bustamante; por el este con el pueblo de indios de Guayascate; hacia el oeste con las tierras de Quilino, y por el norte con Caminiaga.
Don Pedro Luis de Cabrera fue uno de los hombres más prestigiosos y acaudalados de su tiempo. Era dueño de la estancia de Caminiaga, de la gran hacienda del Totoral y de la merced "Casa del Sol" (Cerro Colorado), mis la importante encomienda de Quilino, junto a otras propiedades en la ciudad de Córdoba. Como hombre público, ocupó los más altos cargos de gobierno, entre ellos el de teniente de gobernador, alcaide, alguacil, procurador y mayordomo. A su fallecimiento, heredaron a don Pedro Luis de Cabrera, sus hijos, entre ellos el capitán don Miguel Jerónimo Luis de Cabrera. Para el año 1652, queda como dueño de San Pedro uno de los hijos de Miguel Gerónimo, el capitán don Pedro Luis de Cabrera, esposo de doña Teresa de Carranza y Cabrera. La propiedad siguió en poder de los descendientes de la familia Cabrera hasta 1689, época en que son sus dueños, doña Jerónima de Cabrera y Carranza, y su esposo el maestre de campo don Fernando Salguero de Cabrera, la transfieren al presbítero don Juan Arias de Saavedra.
Con el tiempo la estancia de San Pedro tuvo diversos propietarios, entre los que se cuenta para 1718, el rico comerciante sevillano don Manuel Noble Canelas, a quien hereda su hijo, el presbítero José Ignacio Noble Canelas. En este periodo la estancia volvió a recuperar su antiguo esplendor, ya que se realizaron numerosas mejoras en el establecimiento.
El presbítero Noble Canelas no pudo administrar su estancia, por lo que resolvió transferirla en 1762 al capitán D. Juan José de Carranza. Indudablemente este nuevo dueño le dio renovado impulso, transformándola en un notable establecimiento ganadero, que llegó a ser el más importante del norte de Córdoba por mucho tiempo.
Don Juan José de Carranza había contraído matrimonio con doña Claudia de Avila, de cuya unión nacieron nuevos hijos, que fueron notorios dirigentes y prestaron importantes servicios tanto en el orden civil como en el eclesiástico. Sólo nombraremos a dos de ellos, el menor de los cuales fue don Juan José de Carranza y Avila, benemérito colaborador en la logística de los ejércitos patriotas que marchaban hacia el Alto Perú, y a causa de lo cual, por el cumplimiento de tales deberes, no pudo asistir al Congreso de Tucumán, al que le había cabido el honor de ser electo representante. Su hijo, el Presbítero Dr. Genaro Carranza y Cáceres, fue representante por Córdoba y signatario en el Acuerdo de San Nicolás.
El establecimiento de San Pedro, según el censo de 1778 ordenado por el Rey Carlos III, constaba con un numeroso poblado, entre el que se contaban de hijos del matrimonio Carranza-Avila que ya habían contraído matrimonio y formado sus propias casas, como también una enorme cantidad de peones y criados.
Cuando el gobernador intendente Marqués de Sobre Monte se propuso fundar diversas villas en el norte de Córdoba, uno de los parajes propuestos en 1796 por el comisionado Bartolomé de Echegoyen, fue precisamente San Pedro.

La histórica posta de San Pedro

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bicada a la vera del camino real, esta posta fue testigo como pocas, del paso de encumbrados viajeros de los tiempos virreinales, como también de comerciantes, arrieros o troperos que transitaban las mil leguas que unían Buenos Aires y Lima. Más tarde, ya en el periodo independiente, fue lugar obligado del paso de los ejércitos patriotas, que muchas veces acamparon o se abastecieron en el lugar. Muchos de sus jefes permanecieron en sus instalaciones en busca de descanso, entre ellos el creador de la Bandera nacional, el general Manuel Belgrano. Ya en tiempos de las desgraciadas luchas civiles, la posta de San Pedro fue utilizada según el desenvolvimiento de los sucesos.
Numerosa es la documentación existente en el Archivo Histórico de Córdoba donde consta que la hacienda de San Pedro fue lugar de concentración de ganado caballar, mular y de bastimentos o abastos para el ejército patriota. Un documento de 1814 prueba lo sostenido, ya que don Juan José Carranza y Avila se dirige al Superior Gobierno manifestándole la necesidad de que se les mande una circular a todos los maestros de postas y se les ordene enviar a San Pedro todo el ganado que se encuentre reunido, para el auxilio de las divisiones de las tropas, y solicita asimismo se lo releve de la obligación de ser el encargado de la distribución de las respectivas circulares.
En 1816, durante el gobierno del Coronel José Javier Díaz, el mismo Juan José Carranza y Avila informa que los Jueces Pedáneos del Partido de Tulumba Anselmo Moyano, Antonio Orbe y Avellaneda y Leandro Sánchez han enviado un acopio de ponchos y frazadas donados por los vecinos. Asimismo comunica que ha recibido de los Curatos de Anejos, Río Tercero, Río Cuarto, Punilla, Ischilín, Pocho, Río Seco y Río Segundo numeroso ganado caballar y mular, entre mansos y chúcaros, los que en parte ya ha remitido a Tucumán. El resto permanece para su sostenimiento y engorde en su estancia.
Para la época de las luchas civiles, las tropas irregulares hicieron su paso por San Pedro. El mismo Lamadrid en sus Memorias cuenta que durante la persecución de que eran objeto por parte de las fuerzas de la Confederación al mando del general Manuel Oribe, tanto el general Juan Lavalle con los restos de su ejército "Libertador", y las tropas de Lamadrid, permanecieron en San Pedro. Allí establecieron la estrategia a seguir, y dividieron sus fuerzas; Lavalle marchó rumbo al norte, donde poco tiempo después encontraría su muerte precisamente en Jujuy. Antes del paso de Lavalle y Lamadrid por la posta de San Pedro, Ésta había servido de concentración de fuerzas de observación enviadas por el gobernador de Córdoba don Manuel López, al mando del comandante Sixto Casanovas, con motivo de la amenaza de invasión en oportunidad de formarse la llamada "Coalición del Norte" en 1840, cuyos propósitos eran, entre otros, ocupar la provincia de Córdoba que no era adicta a la formación de esta coalición.
Como se ha visto, los orígenes de la estancia de San Pedro datan del año 1602. En cuanto al servicio de posta propiamente dicho, esta se instala no bien queda establecido el denominado "camino de postas y correos" en torno a 1760. Posiblemente su primer maestro de postas haya sido don Juan José Carranza. Conocemos documentalmente que para antes de 1795 se desempeñara con el rol de maestro de postas don Francisco Javier Carranza. A su fallecimiento en ese año, heredó el cargo su esposa doña Rosa Cabanillas, quien se transformaría así en la primera mujer que desempeña ese cargo en esta jurisdicción. En el inventario de los bienes de don Francisco Javier Carranza han quedado descriptas las construcciones de esa época en lo que se refiere a las habitaciones destinadas al servicio de posta: “Un cuarto, con pared de adobe de 3 por 4 varas. otro de 5 por 4 varas, con puerta de "quicio", de una mano, de madera, de algarrobo. Techo de carrizal y tejas, con varas de chañar. Otro cuarto de 4 por cuatro varas (despensa) de la misma construcción que el anterior. Más su mobiliario, corrales, potrerillo para encerrar caballos, etc.”.
Doña Rosa Cabanillas de Carranza continuó como "maestra de postas", en la carrera al Alto Perú, por varios años. Por un expediente iniciado por su cuñado Juan José Carranza y Avila en 1804, vemos a doña Rosa defender ardorosamente su cargo. El conflicto planteado era la construcción de un camino cercano a la posta hecho construir par su cuñado. Ella perjudicaba la entrada al local de la posta. En este entredicho participaron notarias personajes de la época, entre ellas el jefe de Correos, don José de Paz, que favorecía la postura de Juan José Carranza y Avila, quien a su vez mantenía una actitud enemistosa con el coronel Eufrasio Agüero (dueño de la vecina estancia de Santa Rosa). Doña Rosa Cabanillas apeló al Gobernador Intendente don José González, valiéndose del apoyo que le dio el obispo Angel Mariano Moscoso, el cual, acompañado de dos misioneros, a su paso por el lugar le aconsejó que se volviera a utilizar el antiguo camino de llegada a las postas.
Posteriormente el cargo de maestro de postas fue desempeñado por don Juan José Carranza y Avila, sucediéndole sus herederos por varias décadas, hasta prácticamente la desaparición de los caminos llamados "carreras de postas o correos".





La antigua Capilla de San Pedro

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n esa breve reseña no podemos dejar de mencionar la existencia de la antiquísima capilla que aún se conserva con toda su esbeltez en esa hermosa planicie cubierta de palmeras, las que le dan un marco de verdadero atalaya de la fe que sembraron los primeros evangelizadores del norte cordobés. Se estima que su construcción se realizó entre los años 1689 y 1699. Su estilo es macizo, con una torre cuadrada y un pequeño atrio o arco cobijo. Sus dimensiones aproximadas son: 15 metros de largo por 6 de ancho. Es de una sola nave, con coro y una sacristía a uno de sus costados.
Allí se venera a San Pedro, cuya imagen sedente está revestida con ornamentos pontificales. Su talla es pequeña y expresiva, de llamativo valor artístico. Es el patrono de toda la comarca, venerándoselo con el nombre de "San Pedrito". En la capilla también existen otras antiguas imágenes, como un Cristo articulado, una Dolorosa y Nuestra Señora del Rosario, todas de las denominadas de candelero o de vestir.
Indudablemente en su tricentenaria existencia, la capilla sufrió algunos periodos de abandono, especialmente cuando a mediados del siglo pasado se fundó la Villa de San Pedro, donde con el tiempo se construyó un templo de mayor envergadura. Sin embargo, gracias a la generosidad de los esposos Raúl Carranza Martinez y doña Raquel Pueta O'Connor, fue restaurada en 1953, aunque en forma discutible, par el arquitecto Jaime Roca.
Asimismo queda par destacar que el primitivo casco de la estancia de San Pedro felizmente aún se conserva en excelente estado, contiguo a este tramo del histórico camino real. A pocos metros de esta antigua heredad fueron construidas las actuales edificaciones de los propietarios de la estancia, conocida hay coma San Pedro Viejo.

Villa de San Pedro Norte

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omo se ha visto anteriormente al ser tratado el capítulo sobre la posta de San Pedro, ésta era el poblado más antiguo de la región desde el período fundacional de la ciudad de Córdoba, y que la actualidad se lo denomina "San Pedro Viejo", para distinguirlo de la actual Villa de San Pedro.
Indudablemente la estancia de San Pedro fue por más de dos centurias el centro neurálgico de toda la comarca, hasta el año 1845, fecha en que falleció su patriarcal dueño don Juan José Carranza y Avila. Sus herederos dividieron esta histórica propiedad formando varias estancias cercanas entre sí. Esto creó la necesidad de que se fundara un nuevo centro poblado con la categoría de villa.
Se llega así al año 1859, en que varios residentes de la región formalizan el propósito de concretar este sentido anhelo de fundar la población. Para ello los señores Severo Novillo, Bartolomé Lesta y Santiago Moyano hacen donación de sus derechos sobre las tierras donde se erigiría la Villa. Sus propósitos se van cumpliendo con lentitud, lo que obliga a los vecinos que han recibido sus solares, a tomar prontamente posesión de los mismos, bajo el riesgo de perderlos, ya que debían construir sus viviendas.
Finalmente, con fecha 20 de diciembre de 1864, el Superior Gobierno de la Provincia dispone por decreto la creación de la nueva población con el nombre de "SAN PEDRO DE TULUMBA", Por el mismo decreto se designa Síndico Procurador al señor Luis Aliaga para que ejecute las instrucciones del Gobierno de la Provincia para la erección de la Villa.
Con el tiempo se hizo oficial la denominación de "Villa de San Pedro Norte" como se la conoce actualmente.
Esta población tuvo un importante crecimiento poblacional y económico en las primeras décadas de este siglo.
En lo que respecta a su relación con un tramo del "camino real al Alto Perú", la traza de la población se encuentra sobre las antiguas huellas de este viejo derrotero. Quizás pasando el actual poblado, a la altura de la entrada a la estancia vecina de Santa Rosa, el camino real haya girado en esa dirección, ya que esta hacienda en tiempos en que era su dueño el coronel Eufrasio Agüero, estaba íntimamente ligada al quehacer de esa época. Sobre todo en el periodo de la guerra de la lndependencia, en esa estancia se recibían heridos y prisioneros de las batallas libradas en las campañas del Alto Perú. Siguiendo este argumento, es posible que el viejo camino continuara rumbo a la estancia siguiente de Santa Bárbara, para proseguir por las cercanías de otra antigua estancia, la de Chufiahuasi -cercana también, siempre en dirección al norte, a la de Caspicuchuna-, para de allí buscar el rumbo de las postas "Las Piedritas" y "El Chañar". El actual camino que une San Pedro Norte con San Francisco del Chañar ha dejado de lado en su moderna traza estas antiguas e importantes estancias ubicadas en la región.
No se han encontrado los documentos suficientes para verificar fehacientemente esta posición, pero todo hace suponer que el viejo derrotero tenía que pasar obligadamente muy cerca de estas tres estancias antes mencionadas, ya que sus primitivos dueños fueron personas notorias y de prestigio en el siglo pasado, y necesariamente sus estancias no debían estar alejadas del principal camino de su tiempo.
Volviendo a San Pedro, como todas las poblaciones del norte, su crecimiento es muy lento, ya que sufre la constante emigración de sus hijos, que se marchan en busca de una solución económica.
La villa cuenta con un monumental templo erigido en honor de San Pedro, su patrono, y que es un verdadero testimonio de un período de notable esplendor de tiempos pasados.
Potencialmente, su excelente clima y la belleza de su paisaje, unidos a un rico pasado histórico de sus viejas estancias, donde nacieron personajes ilustres de nuestra patria como lo fueron los sacerdotes Genaro Carranza y Eusebio Agüero, le dan un futuro promisorio. El primero fue signatario del Acuerdo de San Nicolás y el nombrado en segundo término fue Ministro de Gobierno del General Paz y Rector del Colegio Nacional de Buenos Aires.














Caminiaga

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aminiaga es un hermoso poblado que tiene sus orígenes en los primeros tiempos de la conquista. Quedó al costado del camino real, en las cercanías del tramo San Pedro y San Francisco Viejo.
Los antecedentes precolombinos más antiguos, para algunos, corresponden a una población de indios denominados "Camineguas", hasta que fueran adjudicadas estas tierras en merced a Diego Celis de Burgos en el año 1600 por el gobernador del Tucumán don Pedro Mercado de Peñaloza. Poco tiempo después son transferidas al matrimonio formado por Baltazar Gallegos y Clara Fajardo, hermana de Celis de Burgos. En 1611 son adquiridas por el general don Pedro Luis de Cabrera, que construye allí una de sus grandes estancias en el norte. Hereda esta hacienda uno de sus hijos, el capitán don Félix de Cabrera y Zúñiga.
La estancia permaneció en poder de los descendientes de Cabrera y Zúñiga por más de una centuria, y uno de los últimos dueños de esta gran propiedad fue doña Antonia de Cabrera, hija del capitán D. Luis de Cabrera y de doña Jacinta Suárez de Velasco.
En 1743, doña Antonia de Cabrera, mediante acto testamentario declaró como únicos herederos de sus bienes a Antonio Suárez -de quien dice en una de las cláusulas, que lo había criado como si fuera un hijo, por haber sido fiel y servidor- y a “Joaquin, mulato”. Nombra como albacea al cura de Sumampa, Dr. Juan José de Avila.
Aquí dio comienzo al desmembramiento de la histórica heredad, dándose otro caso donde los dueños de grandes estancias, al no tener sucesión, por medio de su voluntad testamentaria dejaban sus bienes a sus criados, o en algunos casos libertaban a sus esclavos, como lo hizo el capitán Juan de Olariaga, para legalizar la donación de bienes en Guayascate.
En aquellos primeros tiempos se erigió una capilla en honor a Nuestra Señora de la Candelaria. Quizás en alguna oportunidad la vieja capilla hizo de sede parroquial, ya que así lo manifiesta el cura Domingo de Allende en 1805, al Provisor del Obispado de Córdoba, Deán Gregorio Funes.
Años más tarde este mismo sacerdote tuvo que prestar ayuda en momentos difíciles al obispo Rodrigo Antonio de Orellana, en su trágica fuga con el ex-virrey Santiago de Liniers, el gobernador Gutiérrez de la Concha y otros, cuando fueron tomados prisioneros por orden de la Primera Junta de Mayo, en las cercanías de esa región.
A pocos metros de la antigua capilla están las ruinas de los muros de lo que fuera el casco de la primitiva estancia, y que fuera residencia de la familia Cabrera por muchos años.
Cuenta la tradición lugareña, que en una vieja casona aún existente al lado de lo que llaman "la sala o casa de los Cabrera", se encuentra la habitación en que, en uno de sus viajes, descansara el Gobernador Intendente de Córdoba Marqués de Sobre Monte.
La actual población de Caminiaga es de un hermoso paisaje, rodeado de pequeñas montañas, cuyos vallecitos son surcados por numerosas vertientes que forman arroyos y facilitan una abundante vegetación que embellece el paraje. Asimismo conserva una acendrada devoción a la Virgen de la Candelaria; celebra sus fiestas patronales todos los años el día 2 de febrero, dándole colorido el acompañamiento procesional que realizan los paisanos vestidos de gaucho ricamente ataviados. Esto es parte de las costumbres y tradiciones del lugar, desde tiempos inmemoriales, que han caracterizado a Caminiaga.


San Francisco Viejo

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ste paraje, aunque nunca haya sido mencionado como parte del "camino real", siempre perteneció a uno de los tramos de la "carrera al Alto Perú", ya que su enclave lo hacia de por si paso obligado en esa especie de encrucijada de los caminos que se dirigían hacia "El Chañar" y la unión con el "camino real del bajo, a la altura de Villa de María del Río Seco.
Esta población debe ser considerada con justicia la población más antigua de toda la región circundante, durante el periodo de poblamiento hispánico en el norte.
La primitiva estancia fue construida por el general Sancho de Paz y Figueroa, que se afincó en el lugar junto a su esposa doña Luisa Manel de los Ríos, hija del General D. Pedro Luis de Cabrera, y a la vez nieta del fundador de Córdoba. Sancho de Paz y Figueroa fue un caracterizado vecino, que desempeñó los cargos de teniente de gobernador y justicia mayor, entre otros. Su descendencia contribuyó a formar linajes distinguidos en la ciudad de Santiago del Estero.
Las tierras de San Francisco limitaban por el sur con la estancia de Caminiaga, del capitán don Félix de Cabrera y Zúñiga, y por el sudeste, con las tierras de San Pablo, del capitán don Pedro de los Ríos. Su superficie original constaba de dos leguas de largo por otras tantas de ancho. La heredó uno de los hijos de su primer dueño, el capitán don Sancho de Paz y Figueroa, esposo de doña María Castro y Polanco. Una de las hijas de este matrimonio, doña Francisca de Paz y Figueroa, ingresó al Monasterio de Santa Catalina. De acuerdo a las normas de la época, correspondió dotarla, por lo que se entregó al monasterio la suma de dos mil pesos. En virtud de ello la estancia de San Francisco quedó con un censo hipoteca a favor del monasterio. En el año 1691, estas tierras fueron adquiridas por el capitán don Andrés Suárez de Cabrera, que las volvió a censar a favor del monasterio de las Catalinas. Su esposa, doña Francisca de Mendoza y Cabrera, una vez fallecido su marido, pleiteó largamente al desconocer la operación que había realizado el capitán Andrés Suárez. El resultado fue que el monasterio de Santa Catalina transfirió en 1696 las tierras de San Francisco a Lucas de Argüello. Esto dio lugar a otro litigio, ya que Juan Pablo Farías de Sáa, dueño de la merced de Caspicuchuna o Calivirapac consideró que la merced de San Francisco estaba superpuesta con la suya.
En esos tiempos la estancia tenía un obraje, molino y sementeras. Doña Francisca de Mendoza y Cabrera exponía con desesperación que había quedado desamparada al haber fallecido en Salta su esposo, el capitán Andrés Suárez de Cabrera, razón por la cual no pudo pagar el censo. La consecuencia fue que las monjas Catalinas en definitiva no pudieron transferir en esta oportunidad las tierras de San Francisco.
El apoderado del Monasterio, Pbro. D. Lorenzo Félix de Gigena Satisteban, determinó que se realizara una mensura de las tierras. La dificultad consistía en ubicar el antiguo centro de la merced. Se resolvió que fuera la casa que había pertenecido a don Sancho de Paz y Figueroa, las que se encontraban “bajo un arroyo, donde está la capilla vieja de San Francisco”.
llega así al año 1755 en que el sargento mayor Ramón César adquiere al Monasterio la estancia de San Francisco con una superficie de tres leguas a cada rumbo tomando como punto céntrico la “población antigua de Sancho de Paz y Figueroa, junto a la capilla”. César no pudo posesionarse de toda la superficie mencionada anteriormente, por lo que en 1783, el monasterio de Santa Catalina vendió a Ignacio César y Pedro Juárez la parte de las tierras que estaba ubicada en el "paraje" llamado "El Chañar". Los litigios continuaron, pues a las Catalinas les quedaba otra legua de tierras que no podían transferir porque sus títulos no estaban bien determinados. En 1788 comienza el desmembramiento de la merced de San Francisco. Doña Catalina César, esposa de Pedro Juárez transfiere sus derechos a Norberto Bulacio; otro sector pertenecía a Vicente Farías.

La muerte de "Pancho' Ramírez

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pesar de ser uno de los tramos más antiguos del camino real, el suceso más significativo que ha hecho entrar el nombre de este paraje en la historia nacional, fue la muerte del célebre caudillo entrerriano Francisco Ramírez, ocurrida el 10 de julio de 1821. Muchos historiadores que se han dedicado al tema, generalmente confunden la ubicación de este paraje, ya que a veces se lo identifica con Río Seco (actual Villa de María) o con "El Chañar" (actual San Francisco del Chañar), localidades que se encuentran a pocos kilómetros del lugar preciso del trágico acontecimiento.





Síntesis del descalabro final de Ramírez

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onocidos son los sucesos acontecidos en torno a 1820, época en que el general Francisco Ramírez, luego de haber derrotado a su antiguo camarada, el "Protector de los Pueblos Libres", don José Gervasio de Artigas, provoca la caída del régimen directorial y queda virtualmente como árbitro de la región del litoral argentino. Lo que quizás no había previsto Ramírez era formalizar un acuerdo con otro prestigioso federal, el gobernador de Santa Fe, brigadier general Estanislao López. El enfrentamiento no tardó en producirse. Ello obligó a que se formalizaran alianzas interprovinciales. Santa Fe lo hizo con Buenos Aires y Córdoba. Ramírez, increiblemente, lo hace con el chileno José Miguel Carrera, que tenía objetivos muy diferentes a los propósitos del entrerriano. El desenvolvimiento de la lucha que se dio inmediatamente tuvo su epicentro en el sur de las provincias de Santa Fe y de Córdoba. La consecuencia fue la derrota de las fuerzas de Ramírez y su incomprensible actitud de invadir la provincia de Córdoba. Ello obligó a una alianza de las fuerzas santafecinas y cordobesas. El ejército invasor de Ramírez se componía de una fuerza de más de 400 hombres. A mediados del mes de junio de 1821, se posesionó de la localidad de Villa del Rosario, desde donde intimó al gobierno de Córdoba, sin animarse a penetrar a la ciudad. Viéndose acosado por fuerzas de Santa Fe, tomó rumbo hacia el norte, pasando por Villa del Totoral, Las Peñas, San José de la Dormida y Villa de María de Río Seco. Las fuerzas que organizó la provincia de Córdoba para rechazar al invasor fueron puestas bajo el mando del coronel Francisco de Bedoya, que ejercía el cargo de gobernador sustituto. Bedoya era un prestigioso militar de carrera. Fue guerrero de la Independencia, desempeñándose por varios años como comandante de la Frontera Norte, cuya comandancia tenía su sede precisamente en San Francisco del Chañar. Razón por demás para entender que el coronel Bedoya conocía palmo a palmo los distintos parajes del norte de Córdoba.
Francisco Ramírez había llegado con sus fuerzas, perseguidas muy de cerca por las tropas de Santa Fe y de Córdoba, a la localidad de Río Seco en las últimas horas del 8 de julio. No pudiendo permanecer allí más que unas pocas horas, se vio obligado a trasladarse a la antigua estancia de San Francisco, donde acampó al atardecer del día 9 de julio. Al amanecer del día siguiente fue sorprendido por la vanguardia de la División Auxiliar de Santa Fe, a cuyo frente se encontraban el comandante Juan Luis Orrego y el teniente José Maldonado. Prácticamente no hubo combate alguno; las fuerzas de Ramírez se dispersaron, y allí perdió la vida el "Supremo Entrerriano".


La leyenda de "La Delfina"

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ntimamente ligada a la muerte de "Pancho" Ramírez, se encuentra la mujer que lo acompañaba. Esta circunstancia le ha dado al suceso proyecciones de leyenda popular.
El historiador Juan Beverina señala y destaca la figura de esta mujer: “No existe casi referencia a la muerte de Ramírez que no esté asociada al romántico episodio de tentativa de salvación de la mujer que lo acompañaba: la Delfina, renunciando el caudillo a ponerse a salvo para acudir en socorro de su querida...”
Más adelante agrega este otro concepto que se adecua perfectamente a las diversas versiones: “Una hermosa muerte adorna toda una vida; pues la acción postrera de un hombre es la que deja recuerdos más indelebles si ella logra destacarse por algo (gesto, acción o frase) que impresiona hondamente el ánimo o la sensibilidad popular..”
Aun carentes de documentación fidedigna, historiadores del fuste de Mitre, Vicente López o Saldias, han enmarcado el suceso como una proeza varonil, ya que sostienen que el caudillo murió al regresar a defender a su amada, acosada por los soldados enemigos. Sin embargo, si hemos de ajustarnos a la verdad histórica, mucho más cerca de ella estaba la versión de Anacleto Medina, que fuera el segundo jefe del ejército de Ramírez y testigo ocular de los hechos. Este dijo, en lo referente a esta circunstancia: “El día que marchamos sobre el Arroyo (Río) Seco, nos dirigimos a un paraje llamado San Francisco, donde acampamos, y allí amanecimos. Era este un valle, entre un palmar y una cañada. Cuando aclaró el día, salió de entre un palmar una fuerte guerrilla por el lado donde yo estaba. Inmediatamente pasó el parte al Gral. Ramírez, que estaba como a unas veinte cuadras de distancia (...) mientras tanto yo no podía saber cuál fue la suerte del general, cuando se me presentó un soldado de su escolta y me dijo: "Póngase a la cabeza de la fuerza, que a nuestro general lo han muerto" (...) enseguida aparecieron cuatro soldados de los nuestros, que traían a la mujer que acompañaba al general, a la que habían salvado de entre los enemigos. Respecto de lo que se dijo, que la muerte del general Ramírez fue por salvar a la mujer que lo acompañaba, es incierto”. Hasta aquí parte de la versión del comandante Medina. El coronel Francisco Bedoya en sus tres partes de batalla que elevó al gobierno de Santa Fe y Córdoba, sólo hace constar el resultado de la batalla, sin hacer mención a la circunstancia de la presencia de "La Delfina”, pero si agrega un comentario sobre dos aspectos trágicos de las guerras civiles. En uno le manifiesta a Estanislao López, que por “instancias de los bravos santafecinos, le remite en presente la cabeza del caudillo”. En el otro deja esta conmovedora expresión: “Yo no he podido menos que llorar sobre los escombros de los vencidos al tener que emplear la bravura de mis oficiales y soldados, en castigar el orgullo de un americano que nos provocó a una guerra injusta”.

La posta "Las Piedritas"

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ocos antecedentes existen del origen de la posta conocida con la denominación de "Las Piedritas". Su renombre a entrado en la historia con motivo de haber sido tomado allí como prisionero el ex-virrey don Santiago de Liniers, suceso que analizaremos por separado.
La posta indudablemente fue establecida cuando se organizó oficialmente el sistema de "Correos y Postas" a mediados del siglo XVIII. El paraje Las Piedritas se encuentra ubicado a 5 Km al sur de la actual Villa de San Francisco del Chañar. La estancia pertenecía a una familia de vieja raigambre en el lugar, como lo era don José Fulgencio César. La documentación histórica consultada en el Archivo Histórico de la Provincia, nos permite hacer una cronología de diversos acontecimientos registrados en esta posta. Uno de ellos es el registro del paso de abastecimientos enviados en 1813 para el ejército patriota que luchaba en el Alto Perú. Estos elementos debían ser registrados y enviados a la posta de "El Chañar", y de allí con custodia, hasta la posta de "El Portezuelo", jurisdicción de Santiago del Estero.
En 1819 se inician unas actuaciones sumariales por orden del Administrador de Correos don José de Paz (padre del general José María Paz), con motivo del extravío de equipajes enviados a Tucumán. Uno de ellos estaba destinado al Gral. Manuel Belgrano, jefe del Ejército del Norte. El maestro de postas de "Las Piedritas", don Fulgencio César, informa que no había estado en su residencia cuando pasaron los cargamentos. Los maestros de postas de Los Cocos, don Calixto Flores, y de Pozo del Tigre, don Pedro José Juárez, tampoco pueden dar razones del extravío de los equipajes. También les correspondió informar a don Juan José Carranza y Cabanillas, de la posta de San Pedro, Gaspar del Corro, de Macha, José Esteban Bustos, de Ojo de Agua, y por último a don Manuel Figueroa, de la posta de Sinsacate. Como el resultado fue negativo referente a la pérdida de los equipajes en la jurisdicción de Córdoba, el Administrador de Correos don José de Paz, hace un serio llamado de atención sobre la responsabilidad que les cabe a los maestros de postas en el control de correos.
Para 1820 se le propone al gobierno la fusión de las pedanías de Rumipuca y El Chañar, ya que se encuentran despobladas. Los únicos vecinos son don Pedro Regalado César y José Ignacio Juárez y el maestro de postas de Pozo del Tigre don Pedro José Juárez. La propuesta radica en que la posta "Las Piedritas" está a apenas 5 leguas, y desde allí se puede atender a las necesidades del estado. Esto está relacionado con la caballada necesaria para los recambios en cada posta. El juez pedáneo de Rumipuca don José Vicente Reynafé es quien propone al gobernador Juan B. Bustos estos cambios.
Por otro documento fechado en 1836, don Fulgencio César hace constar que hace más de 40 años que se desempeña con el cargo de maestro de postas.
Durante la invasión a la provincia de Córdoba por las fuerzas que comandaba el Gral. Lamadrid en la denominada "Coalición del Norte", en el año 1840, la posta de Las Piedritas fue asiento de las tropas de Córdoba que permanecían en observación al mando del comandante Sixto Casanovas.
Por último, alrededor de 1854, los descendientes de don Fulgencio César, o sea sus hijos Juan Salvador, Raymundo y Dionisio César, venden la estancia "Las Piedritas" a doña Magdalena Chávez. Para ese entonces los límites de la hacienda eran: por el este, "el carril de las postas"; al norte, tierras de Esteban Chávez; por el oeste, parte de las sierras, y por el sur, tierras de la estancia de San Francisco Viejo.
Finalmente, en el siglo pasado, uno de los últimos dueños de la histórica heredad fue don Misael Ataide, que adquirió la estancia en 1875 a los descendientes de doña Magdalena Chávez.

La prisión de don Santiago de Liniers

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al como ocurrió con la antigua estancia de San Francisco Viejo, con motivo de la muerte de "Pancho' Ramírez", el suceso más notorio y que ha permanecido en la memoria de la comarca y que la historia ha registrado en la posta "Las Piedritas", fue cuando entre los días 7 y 8 de agosto de 1810, fue tomado prisionero en ese lugar el ex-virrey don Santiago de Liniers, que marchaba en fuga hacia el Alto Perú, junto con el gobernador D. Juan Gutiérrez de la Concha, el coronel D. Santiago Alejo de Allende, el obispo D. Rodrigo de Orellana y el Dr. Victorino Rodríguez. Al parecer Liniers fue el único de estos personajes que fue detenido en la misma posta de Las Piedritas, ya que los restantes lo fueron en otros parajes cercanos a la posta. Según la versión más difundida, el ex-virrey se encontraba en un escondite cercano a las instalaciones de la posta.
Lo demás es ya conocido; los prisioneros fueron conducidos hasta otra posta del sur de Córdoba, y en el monte de Los Papagayos fueron pasados por las armas, a excepción del obispo Orellana.
En la región del norte de Córdoba existe una fuerte tradición de que Liniers se había escondido en una petaca o caja de cuero de gran tamaño. Sostienen que hasta hace pocos años aún se conservaba en poder de la familia Lesta.

La posta "El Chañar" (hoy San Francisco del Chañar)

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sta fue la posta más importante en el extremo norte de la jurisdicción de Córdoba, antes de penetrar por la travesía de Ambargasta a la provincia de Santiago del Estero.
Sus orígenes poblacionales se remontan a la merced del "Cachi", que le fuera concedida por el gobernador del Tucumán don Esteban de Urizar y Arespacochaga, en 1709, al teniente de gobernador de Santiago del Estero, Alonso de Alfaro, quien había solicitado esas tierras por considerar que aún se encontraban “realengas o vacas”, es decir sin dueño.
Alonso de Alfaro las transfiere al año siguiente a Juan Pereyra de Olivera, el cual recibe su posesión por intermedio del comisionado para ello, don Francisco de César y Muñoz. Los limites del Cachi eran imprecisos. Por una parte lindaba con tierras de las estancias de San Pablo, San Francisco y Santa Ana; por el norte, con todo lo despoblado, hasta dos leguas.

San Francisco del Chañar

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ranscurren varios años y "El Chañar" cumple su función de posta en la "carrera al Alto Perú". Se llega así a la época del gobernador intendente Marqués de Sobre Monte, el cual se propone fundar en 1796 una villa, para agrupar a la población, en el paraje o posta arriba mencionado. Para ello se comisionó al juez pedáneo del Partido de Tulumba, don Bartolomé de Echegoyen, y al cura párroco de Río Seco, Dr. Bernabé Antonio de Aguilar.
En esos tiempos ya había varios vecinos poblando la región. Unos de esos dueños eran los esposos Francisco Antonio Lescano y María Josefa Bustamante, quienes anteriormente habían erigido una capilla en honor de San Francisco Solano (1762). Este matrimonio solicitó amparo por la posesión de las tierras de "El Chañar" al gobernador del Tucumán don Juan Manuel Campero. Nada se dice de los títulos de la propiedad; pero le es concedida la posesión al matrimonio Lescano Bustamante. Esto debió ocurrir entre los años 1764/1769, periodo en que fue gobernador Campero.
Lo cierto es que la tramitación para obtener el titulo de "villa" tuvo sus dificultades. Acontecimientos como el cese del gobierno de Sobre Monte, impulsor de este proyecto, hicieron que no se obtuviera oficialmente el título de villa hasta la época del gobernador Dr. Alejo Carmen Guzmán, el cual, por decreto del 31 de mayo de 1855, le otorga a la población el rango de villa, denominándola oficialmente Villa San Francisco del Chañar, como se la conoce actualmente.
Esta localidad siguió progresando, tanto en Io económico, como en Io poblacional, por mucho tiempo. Fue cabecera del departamento Sobre Monte, y sede parroquial; al finalizar el siglo pasado se construyó un magnífico templo, cuya fachada es una verdadera obra de arte arquitectónica, que es el orgullo de toda la región.
En torno a San Francisco del Chañar se erigieron numerosas estancias, que fueron verdaderos emporios económicos del norte de Córdoba.
Esta antigua villa, como todas las del norte, no siguió el ritmo del progreso que se dio a partir de la llamada "litoralización del País", a fines del siglo pasado, dándose una constante despoblación, propia de la crisis económica que fue afectando a la región.
Un viajero ha dejado esta estampa que transcribimos, donde pinta magníficamente la comarca: “San Francisco del Chañar, es una Villa lejana, metida entre las serranías cordobesas, casi ignorada por el turismo del litoral; de agradable clima, luminosas mañanas, parece que toda ella le sonriera al viajero; sabe de pobreza; pero en cambio, conserva el encanto y la hermosura de la fisonomía colonial. Está presidida por su magnífica iglesia, verdadera joya de arquitectura, alzándose sus altas y majestuosas torres, y a su alrededor ondeantes colinas pobladas de palmeras”.

Villa de María del Río Seco

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a centenaria Villa de María del Río Seco se destaca, entre las poblaciones del norte de Córdoba, por sus ricas tradiciones históricas, entre las que se encuentran la defensa de los ataques de los indios provenientes del Chaco y la veneración de la antigua Imagen de Nuestra Señora del Rosario, llamada cariñosamente "La Cautivita", patrona de la villa.
Los orígenes de la actual población comienzan con el otorgamiento de la merced de Quillovil. Entre 1586 y 1592, el gobernador Juan Ramírez de Velasco realizó en la provincia del Tucumán una excelente política de consolidación y desarrollo de la obra civilizadora de España; dispuso, entre otras acertadas medidas, que en los caminos de su extensa jurisdicción hubiera un tambo cada seis leguas, aviado con todo lo necesario para alojamiento, descanso y sustento de los viajeros. Con este fin, el 20 de marzo de 1590, otorgó tierras en merced al capitán Francisco López Correa, unas en Cavisacat (Totoral) y otras en Quillovit. Ambos asientos estaban situados en una comarca de más de cuarenta leguas despobladas “sin remedio ninguno para los pasajeros”. El nombre indígena de Quillovit, ubicado en el trajinado camino real al Perú, perduró poco tiempo. En 1615 figuraba como "Paraje Río Seco" y en 1637 con el nombre de "Quillovil o Quillovit del Río Seco", este último tomado por “torrente arenoso casi sin caudal con buen tiempo, pero que cuando descienden las aguas de lluvia desde los montes, crece como un río y tiene un curso rapidísimo”.
Su hijo don Diego Correa de Lemos, con poder de su padre, transfirió las tierras de Quillovil “que son en el Río Seco camino de Santiago del Estero a veinticinco leguas rnás o menos”, al general don Pedro Luis de Cabrera, que las compró para Pablo Martín, como consta en su declaración del 17 de junio de 1630. Su nuevo dueño dividió las tierras en dos parcelas, separadas por el "río seco".' La fracción norte la entregó en 1643, como parte de la dote, a su hija María Martínez, que estaba casada para ese entonces con el portugués Domingo Gómez. La fracción sur, donde se encontraba ubicado el tambo o posta, pasó a doña Feliciana Martínez, esposa de otro portugués, Luis Piñero.
En un pleito entre los herederos de las dos familias, el gobernador don Tomás Félix de Argandoña, por acto del 28 de julio de 1688, sentenció “que cogiendo por centro dicho Río Seco en medio, tengan las dichas tierras para una banda media legua para el sur y otra media desde dicho río para el norte, y la de oriente a poniente Io mismo de manera que tenga una legua de ancho y otra de largo”. Hasta aquí los primeros tiempos de Villa de María.

La imagen de Nuestra Señora del Rosario

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mediados del siglo XVII, en los confines de las jurisdicciones de Córdoba y Santiago del Estero, tenia su estancia Mateo Barrera, propietario de la misma ya en 1616. Con posterioridad a este año, había en el lugar una ermita donde se veneraba la "milagrosa" imagen de Nuestra Señora del Rosario. Allí la visitó el obispo del Tucumán Fray Melchor Maldonado de Saavedra, según se afirma en el acta notarial labrada en 1657. Aunque no se han encontrado documentos que Io afirmen, todo hace pensar que, dada la cualidad de "milagrosa" de la imagen y, por consiguiente, la concurrencia al lugar, de muchos peregrinos, el citado obispo ordenó la mudanza, desde el paraje aislado de la ermita, a otro sitio más accesible y poblado y que poseía un recinto sagrado de mayor tamaño como era la capilla que Domingo Gómez tenía en su establecimiento de campo. Esta propiedad se bautiza poco tiempo después con el nombre de Nuestra Señora del Rosario. Esta estancia estaba dedicada principalmente a la cría de mulas, vacas, cabras y ovejas. Probablemente en ese mismo año de 1657, fue realizado el traslado. La efigie de la Virgen es pequeña, de unos 67 cm. de alto, y es de las llamadas "imágenes de vestir". Constituye su cuerpo un tronco de madera dura y pesada de forma cuadrangular cubierto con el ropaje y manto de la Virgen. Los brazos articulados mantienen entre sus manos al Niño Jesús. Ciñe la cabeza la corona dorada, asentada sobre una cabellera de pelo natural. Su rostro, de pintura pálida y cuarteada, denota el paso del tiempo. Es una obra de imaginería muy sencilla y de acuerdo a la realidad que vivían nuestros mayores en aquel tiempo.
En cuanto a la capilla de Domingo Gómez, esta cumplía la función de viceparroquia del curato de Sumampa. En torno a la primera mitad del siglo XVII, ya había “un grande y elegante templo construido de piedra”, del que fue su principal artífice el maestre de campo don Juan del Pino y Medina; su mujer, doña Jerónima Machado, muy devota del rosario, cuidaba del aseo de dicha capilla.
Don Juan y doña Jerónima fueron abuelos del doctor Nicolás Videla del Pino, obispo del Paraguay y primer obispo de Salta.
La devoción de la Virgen del Rosario, difundida desde el Río Seco, se extendió por diferentes parajes y estancias perdurando hoy en día como patrona de las localidades de Ischilín, Villa de Tulumba y Rosario del Saladillo, que poseen antiguas y veneradas imágenes.

El ataque de los indios en 1748

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os indios abipones, procedentes del Chaco, asolaban la campaña santiagueña y santafecina. Enterados por cautivos que tomaban en sus correrías, de la riqueza de la iglesia y de la campaña del Río Seco, organizaron un ataque a la misma en 1748.
Ocuparon de improviso los desfiladeros y caminos, taparon las salidas e iniciaron el asalto. “Todo cuanto encontraron en el campo o en las casas vecinas fue muerto o capturado sin que nadie les opusiera resistencia. Una inmensa cantidad de caballos y de mulas fue la más anhelada prenda para los bárbaros. Todos los que escaparon a la muerte fueron dispersos en la precipitada fuga y la fuerza llegó hasta el mismo templo, destrozando a hachazos la puerta provista de láminas de hierro y trancas. Los ladrones sacrílegos levantaron en sus caballos cuantos utensilios sagrados de plata encontraron, las campanas de la torre y la misma imagen de la Virgen, venerada en toda la provincia, y otra de San José. Y para que no quedara nada de lo que habían robado ni ninguno de los que habían matado, regresaron cargados con las cabezas de los degollados como despojo de guerra. No lejos de ahí, se encontraba el bravo capitán Francisco de la Barreda, con su fiel y sagaz guía Landriel y sus aguerridos hombres, que al recibir la noticia del fatal hecho iniciaron la persecución de los abipones. Los mismos fueron alcanzados y sorprendidos cuando realizaban un ligero descanso en apresurada marcha. La sagrada imagen de la Virgen pudo ser rescatada de inmediato, no así la de San José, que los indios tiraron en una laguna.
Volvió Barreda con su preciosa carga, seguido en su camino con el alborozo de los vecinos de la comarca y días después de peregrinar de casa en casa, restituyó a su capilla la imagen de Nuestra Señora del Rosario, que desde ese entonces lleva el apelativo de "La Cautivita".

El curato de Sumampa y el poblado de Río Seco

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l antiguo curato de Sumampa comprendía la jurisdicción del actual Río Seco y Sobremonte. En 1662, declaraba el cura propietario de la parroquia de Sumampa, Lic. don Diego Corvalán de Trejo, que su curato tenía una longitud de treinta leguas y de latitud cinco o seis leguas, y que en toda esta distancia y beneficio no hay pueblo de indios alguno y que dicho curato sólo se compone del santuario de Nuestra Señora de la Consolación y cincuenta estancias de españoles que hay en el distrito. Existían cuatro capillas: la mencionada de Sumampa, la de San Miguel, la de Nuestra Señora del Rosario del Río Seco y la de Nuestra Señora de la Purificación de Caminiaga. Para mediados del siglo XVIII existían, en cuanto a la jurisdicción de Córdoba, la capilla de San Francisco Solano (San Francisco. del Chañar), y los oratorios de Santa Bárbara y San Antonio.
En el año 1772 esta extensa jurisdicción eclesiástica fue dividida en dos, correspondiendo a Río Seco la nueva sede parroquial. Esto ocurrió en tiempos en que era cura párroco el Dr. Juan José de Avila, sacerdote benemérito que ejerció un verdadero apostolado en la región. Al haber sido declarada sede parroquial, y cabeza de partido en el orden civil, Río Seco fue creciendo poblacionalmente. Sin embargo, este pueblo quedó marginado del camino de postas al Perú por falta de seguridad para los viajeros, ante los posibles ataques de los indios del Chaco. El episodio de 1748 había impresionado hondamente el espíritu de aquellos hombres.
Río Seco era un pueblito en forma de plaza, se decía en una información de 1797, la iglesia estaba “cercada en contorno de una pared fuerte y bien formada en piedra y barro, con diferentes troneras y más de dos cubos también en piedra en cada ángulo del lienzo que mira al norte. También el pueblito estuvo amurallado de la misma forma, porque en tiempos pasados fue hostilizado por los indios abipones”.
Esta descripción corresponde a las actuaciones mandadas a realizar por el progresista Marqués de Sobre Monte, gobernador intendente de Córdoba del Tucumán (17841797), y en la que tuvo destacada actuación su comisionado
Don Bartolomé de Echegoyen, con el objeto de formar allí un pueblo, para lo cual los vecinos cedieron las tierras necesarias el 23 de junio de 1797. El censo de la población dio 33 familias con 168 personas, y en el "Fuerte de Abajo", 56 familias con 294 personas. Además había 26 casas vacías habitadas en "las fiestas del Rosario".
Años más tarde y a solicitud de los vecinos de la población, el gobernador don Roque Ferreira (1855-1858), fundó el 26 de mayo de 1858 la "Villa de María", que tiene el doble privilegio, de ser cuna de Leopoldo Lugones, nacido el 13 de junio de 1874, y de haber sido inmortalizada por este insigne poeta, en sus Romances del Río Seco.